Qué es la ambivalencia afectiva

Como seres humanos, no siempre podemos sentir una emoción u otra sino varias al mismo tiempo e, incluso, ¡contrapuestas!

9 Febrero de 2022 - 07:49

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Para empezar, podemos dirigirnos a la Real Academia Española (RAE) para comprobar qué es lo que entendemos por ambivalencia afectiva. Según la segunda acepción, que es la psicológica, se dice que es un “estado de ánimo, transitorio o permanente, en el que coexisten dos emociones o sentimientos opuestos, como el amor o el odio”.

Pero ¿esto es bueno o malo? En realidad, es algo que sucede y que ciertamente suele provocarnos malestar. No es una situación nada cómoda encontrarnos con sentimientos contrapuestos que pueden generarnos dudas, inseguridades y hacernos sentir bastante mal. La gran pregunta es: ¿es posible salir de la ambivalencia afectiva? Lo veremos más adelante

 

Características principales de la ambivalencia afectiva

La ambivalencia afectiva tiene una serie de características que conviene conocer para identificarla lo antes posible. La primera de ellas es que nos encontramos con dos sentimientos contradictorios que nos van a generar indecisión y una sensación de no saber qué hacer. Por ejemplo, si sentimos amor y odio por alguien, no sabremos si tomar la decisión de romper el vínculo o mantenerlo.

Otra característica esencial para entender la ambivalencia afectiva es la imposibilidad para tomar decisiones. Esto en según qué circunstancias puede llegar a bloquearnos de una manera que nos impida hacer determinadas cosas. Por ejemplo, si no estamos muy seguros de continuar manteniendo una relación con una persona, la ambivalencia puede hacer que continuemos en ella aunque nos duela.

Finalmente, la última de las características de la ambivalencia afectiva es la parálisis. Estos sentimientos contradictorios provocan que no nos movamos de donde estamos, aunque esto nos produzca un malestar evidente. No poder tomar una decisión no hace más que incrementar este sentimiento y, al final, nos encontramos en una situación bastante difícil de resolver.

Vamos a centrarnos en un aspecto muy importante de la ambivalencia afectiva y es cómo repercute en nuestras relaciones con los demás. Por lo tanto, vamos a ver cuáles son los mejores consejos para aplicar en cada caso en particular.

 

Nos desestabiliza

Esta es una de las primeras formas en las que la ambivalencia nos afecta. Estamos tranquilos, serenos, pero cuando hace acto de presencia toda nuestra vida se desestabiliza. Sin embargo, podemos tomar esta especie de sacudida como una oportunidad para detenernos, observar qué nos está pasando y reflexionar un poco sobre el rumbo que ha tomado nuestra vida.

 

Nos sumerge en un mar de dudas

Otra de las maneras en las que la ambivalencia repercute en nuestras relaciones es que nos hace dudar. ¿De verdad estamos tan bien con nuestra pareja como creíamos? ¿Sentimos que nos falta algo o que hay cosas que hemos dejado de hacer? Meditar sobre todas estas cuestiones nos puede ayudar a frenar un poco nuestro estilo de vida para poder encaminarlo hacia algo mejor.

Nos empuja a tomar decisiones

Quedarnos o irnos, continuar o cortar… La ambivalencia afectiva nos empuja a tomar decisiones y esto es algo que no podemos ignorar. Cuando el malestar es tan acentuado y nos llega a afectar mucho, no podemos quedarnos sin hacer nada. Además, aunque nos termine paralizando, una parte de nosotros quiere salir de ahí. ¿Es posible hacer esto? Sí, pero casi siempre se necesita ayuda.

Cómo aportar claridad

Salir de ese cúmulo de sensaciones que tan mal nos hace sentir no es sencillo. En ocasiones, no lo podemos hacer solos, ya que esas emociones positivas se entremezclan con las negativas haciendo que dudemos y que nos quedemos paralizados. Puede que lleguemos a tomar una decisión inadecuada si actuamos sin pensar; por ello, hay que poner los sentimientos en orden.

Está claro que la ambivalencia afectiva es una llamada de atención sobre aspectos que estamos pasando por alto. Puede que nos hayamos dejado arrastrar por una situación o una persona y nos hayamos perdido por el camino.

La ambivalencia nos insta a detenernos, a mirar las cosas con perspectiva y a hacer algo. No podemos quedarnos quietos cuando aparece.

Lidiar con las emociones y los sentimientos no es fácil. Suelen terminar abrumándonos y es fácil sentir que nos desbordan. Por lo tanto, acudir a un profesional de la salud mental siempre será una buena decisión para poder aportar claridad a todo esto.

Resolver las contradicciones que estamos experimentando es el primer paso para avanzar y no estancarnos.

Fuente: Mejor con salud