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Salarios que no alcanzan, consumo en crisis: el nuevo mapa del gasto en Argentina

El costo de vida sigue escalando en Argentina, y con él crecen las tensiones sociales y económicas. ¿Cómo afecta esto al consumo, al poder adquisitivo y a los distintos sectores sociales?

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Por Ciudadano.News

15 Mayo de 2025 - 11:09

Imagen ilustrativa.
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La suba sostenida de precios esenciales, el deterioro salarial y una recuperación económica desigual dibujan un escenario preocupante para los hogares argentinos. Mientras los sectores de mayores ingresos logran sostener su consumo, los más vulnerables enfrentan una presión cada vez más severa sobre su poder adquisitivo.

La canasta básica sube y marca el pulso de la pobreza

Los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) correspondientes a abril de 2025 reflejan el impacto creciente de la inflación sobre los gastos esenciales de los hogares. La Canasta Básica Total (CBT) —que mide el umbral de pobreza— registró un incremento del 0,9% en abril, mientras que la Canasta Básica Alimentaria (CBA) —que define la línea de indigencia— aumentó un 1,3% en el mismo mes.

En lo que va del año, la CBT acumula una suba del 8,4%, mientras que la CBA ya alcanzó un 11,8% de incremento. Esto implica que, en abril, un adulto necesitó más de $359.244 para no ser considerado pobre, y una familia tipo (dos adultos y dos niños) requirió $1.110.063. Para no caer en la indigencia, los montos fueron de $162.554 por adulto y $502.291 para una familia tipo.

Estos números no solo expresan el costo real de subsistir en el país, sino que evidencian la dificultad creciente para salir de la pobreza, especialmente en un contexto donde los salarios pierden sistemáticamente frente a la inflación.

¿Cómo varían los patrones de gasto entre diferentes grupos socioeconómicos en Argentina?

La recuperación económica que algunos indicadores sugieren no es homogénea. Según informes sobre el consumo en el primer trimestre de 2025, los niveles socioeconómicos altos (NSE altos) lideran una leve reactivación, orientando sus gastos hacia bienes durables, turismo e inmuebles.

Por el contrario, los NSE bajos continúan muy rezagados, obligados a concentrar una gran parte de su ingreso en lo esencial. Hasta el 32% del gasto de estos hogares se destina a alimentos y bebidas, frente al 14% en los NSE altos.

Además, se registró una caída del 8% en el consumo en supermercados, un dato clave si se considera que más del 65% de los trabajadores argentinos gasta la mayor parte de su sueldo en este canal de compra. Esto habla de un deterioro profundo del consumo masivo, incluso en rubros básicos.

En términos generales, el consumidor argentino se muestra más racional, selectivo y precavido, con una lógica de "cuidado extremo del gasto". Aunque ciertos sectores muestran signos de reactivación, la gran mayoría de la población continúa ajustando su consumo a la baja.

¿De qué manera la política económica actual influye en el consumo argentino?

El contexto económico no solo está marcado por la inflación, sino también por decisiones políticas que inciden directamente en el bolsillo de los trabajadores. 

La Confederación General del Trabajo (CGT) advierte que el Gobierno nacional "utiliza el salario de los trabajadores como herramienta de ajuste, poniéndole techo a las paritarias". Denuncian además "17 meses de deterioro del sueldo y las jubilaciones", señalando que el Ejecutivo se niega a homologar acuerdos salariales por encima de la inflación proyectada.

El economista José Vargas coincide en que los salarios "vienen con pérdida de poder de compra desde hace años", y si bien ocasionalmente pueden superar la inflación, "todavía les falta mucho para recuperar lo perdido".

En paralelo, el Gobierno ha aplicado medidas como la reducción de aranceles a las importaciones y acuerdos informales para frenar subas de precios, aunque su impacto es dispar y aún limitado. La esperada reforma impositiva estructural sigue postergada.

La presión sobre los sectores bajos se incrementa con cada aumento de la canasta básica, que limita su capacidad de gasto en otros rubros. En este escenario, el consumidor prioriza promociones y cambia sus canales de compra. Se observa un crecimiento en almacenes (+3%) y farmacias/perfumerías (+12%), mientras que autoservicios y supermercados pierden terreno.

Un consumo fragmentado y una pobreza persistente

La combinación de salarios rezagados, inflación sostenida y políticas que priorizan el ajuste genera un mercado interno partido en dos: un sector que puede sostener o ampliar su consumo y otro que apenas sobrevive

Mientras los datos del INDEC indican que el 38,1% de las personas y el 28,6% de los hogares estaban en situación de pobreza al segundo semestre de 2024, el 2025 no muestra signos claros de mejora.

Con un consumidor que cuida cada peso y reconfigura su forma de gastar, y con un Gobierno que aún no logra —o no quiere— aplicar una política de ingresos expansiva, la brecha social y económica se profundiza