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Educación en niños: la implementación de límites y sanciones es sano

Existen diferentes formas de castigos y límites. ¿Cuáles son las mejores opciones de acuerdo a la edad? ¿Por qué son importantes para el crecimiento?

Por Redacción

16 de agosto, 2021 - 16:40

Las diferentes herramientas que utilizan los padres a la hora de educar a sus hijos son ser muy diversas: pueden volcar los mismos aprendizajes que tuvieron en su infancia, o bien pueden explorar nuevos métodos de sanción cuando el niño realiza algo que al parecer es inapropiado.

En general, los ´castigos´, como se denominaban antes, no son muy usados o expresados en la actualidad porque inconscientemente están asociados a la violencia, y luego de años y cambios de estructuras, la sociedad aprendió que a la fuerza no se obtienen buenos resultados. Lo cierto es que los correctivos -sin abusar de ellos y aplicados de manera correcta- pueden ser muy beneficiosos y no dañan la autoestima del niño.

Los correctivos o sanciones:

  • De 2 a 3 años: se puede poner en práctica exclamar lo que está mal con voz firme y enérgica, mirando a los ojos, de buena manera y sin gritar o insultar.
  • De 3 a 10 años: si existen ocasiones donde hay malos comportamientos, se puede sobrecorregir y que ellos mismos enmienden el daño que han causado, demostrando con ejemplos corrientes una situación parecida, que arreglen algo que dañaron o que practiquen algún acto para remediar la situación. Que el niño comience a pedir perdón.
  • De 10 años en adelante: en esta etapa la comunicación es indispensable, con respeto, amor, y sin gritar. Se pueden retirar algunos privilegios que no afecten al niño. Este es un castigo del que no conviene abusar, debe ser inmediato a la acción y siempre estar en consonancia con la edad del niño.

La importancia del límite:

El licenciado en psicología Alejandro Shujman desarrolla a idea de límite, como motor de evolución y expresa que el mismo es "sano, es amor y es cuidado". Es decir, son necesarios para el desarrollo y el crecimiento de nuestros hijos, si no damos y mostramos esa guía que necesitan, los podemos perjudicar. Además aconseja perder el miedo a poner reglas y a "intervenir amorosamente en la vida de nuestros hijos, porque sino todo lo bueno que hacemos por ellos se va por la borda y en el futuro no saben gestionar conflictos y enfrentar situaciones adversas.

Por otra parte, aconseja que "antes de tomar cualquier decisión tenemos que implementar la asimetría del vínculo, tenemos que ponernos en el lugar que tenemos, de padres y no de pares". También entender que no debemos tener "discursos largos y aburridos a la hora de implementar un castigo, o límite, porque lo menos que hacen los hijos es escucharnos".

Entonces, sugiere: "Tenemos que estar seguros de los límites que ponemos, pero saber siempre que los chicos nunca dejan de mirarnos, por lo que no pongamos reglas que no podemos sostener en el tiempo" y agrega: "La verdadera educación pasa por el ejemplo. El arte de poner reglas se encuentra en el equilibrio entre la firmeza y el amor".

Cabe destacar que el mundo de los castigos es infinito, cada madre y padre puede aplicarlos como quiere, como puede y de la forma que considera más oportuno.