Consumo precoz
El consumo temprano de pornografía afecta la percepción del propio cuerpo y la intimidad en los jóvenes. ¿Cómo enfrentar este desafío?
Según el informe de Save the Children, el 68,2% de los adolescentes ve pornografía por primera vez a los 12 años. La mayoría la consume de forma frecuente, centrada en contenidos gratuitos online con elementos de violencia y desigualdad.
La clave para frenar esta tendencia está en la educación y la comunicación. Anna Salvia y Cristina Torrón, desde su libro El porno no mola y ahora entenderás por qué proponen herramientas para padres, docentes y psicólogos.
La urgencia de proteger a los menores nos lleva a cuestionar la visión del sexo que el porno promueve en nuestra sociedad. ¿Estamos preparados para abordar sus consecuencias?
Educación sexual integral
Desde la infancia hasta la adolescencia, una buena educación sexual es fundamental. Conocer los órganos sexuales, entender la pubertad y cultivar relaciones sanas son pilares para un desarrollo sexual positivo.
Rompiendo el tabú
Hablar de porno con los jóvenes puede ser incómodo, pero es esencial. Si no hemos abordado suficientemente la sexualidad en general, podemos sacar el tema directamente. Evitemos los interrogatorios y enfoquémonos en explicar qué es el porno y cómo afecta su consumo.
Para adultos que han consumido pornografía como fuente principal de información sexual, reprogramar el deseo es un proceso delicado. Se trata de elegir conscientemente qué elementos alimentar en nuestras fantasías sexuales y cuáles descartar.
Accesibilidad y regulación
El acceso al porno debe ser restringido. Se deben exigir verificaciones de edad efectivas en las plataformas, similar a cómo se regula el alcohol, el tabaco o el acceso a lugares nocturnos. Sanciones severas deben aplicarse cuando se permita el acceso a menores.
La influencia del porno se extiende más allá de las pantallas. En series, películas, libros, canciones y anuncios, encontramos escenas teñidas por su imaginario. Los creadores, educados en el porno, lo reproducen inconscientemente.
Hablar abiertamente sobre el porno y regular su accesibilidad son pasos cruciales para proteger a las nuevas generaciones y desmitificar su impacto en nuestra cultura.