Llegamos al jardín de infantes, para asomarnos al mundo del conocimiento humano. Cuentos, dibujos, disfraces, juegos... y música. Los primeros pasitos en el maravilloso mundo de la música los tenemos cuando comenzamos a golpear el triángulo o los palitos toc toc. Y un día, nuestra maestra nos cuenta que hay siete notas musicales con las que se puede hacer milagros.
En el mundo de los sonidos, las notas musicales se utilizan para representar la altura y duración relativa de un sonido. Pero el nombre de cada nota no apareció porque sí, azarosamente: cada una de ellas tiene una historia que se remonta a la antigüedad, varios siglos hacia atrás.
Do, re, mi, fa, sol, la, si. Son el conocimiento básico en la educación musical, y también lo primero que se aprende a tocar o cantar. Sin embargo, muy pocas personas conocen el verdadero significado de semejantes sílabas. ¿De dónde vienen esas siete palabras que alcanzan a ponerle nombre a gran parte de nuestro mundo sonoro?
Para encontrar el origen de semejantes nombres, hay que remontarse a la Edad Media o Medioevo, el período histórico de la civilización occidental comprendido entre el siglo V y el XV. El comienzo se sitúa en el año 476, el año de la caída del Imperio romano de Occidente, y su final en 1492, año en el que Colón llegó a América.
Guido d'Arezzo: el responsable
En esta etapa de la historia, las notas musicales se nombraban con las primeras letras del alfabeto: A, B, C, D, E, F, y G. La A correspondía a lo que hoy llamamos LA, la B al SI, la C al DO, y así sucesivamente. De hecho, el cifrado musical inglés continúa llamando a las notas musicales con las letras del abecedario.
Los nombres que nosotros conocemos son una idea del monje benedictino y teórico musical italiano Guido d'Arezzo, una de las principales figuras de la música en Italia. El artista utilizó la primera sílaba de cada verso del "Himno a San Juan Bautista", conocido como "Ut queant laxis".
Esta obra tenía la particularidad de arrancar cada verso con una nota superior a la anterior. A continuación, transcribimos la letra del himno en latín, y entre paréntesis la traducción al castellano:
Ut queant laxis (Para que puedan)
Resonare fibris (Con toda su voz)
Mira gestorum (Cantar tus maravillosas)
Famuli tuorum (Hazañas estos, tus siervos)
Solve polluti (Deshaz el reato de)
Labii reatum (Nuestros manchados labios)
Sancte Ioannes (¡Oh, bendito San Juan!)
La primera sílaba, UT, fue reemplazada posteriormente por DO, porque facilitaba el solfeo. En la última frase, "Sancte Ioannes", utilizó las iniciales de "San Juan" para que, finalmente, terminara siendo SI.