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Coparticipación equitativa: una deuda de la democracia argentina

El manotazo de la Nación a los recursos coparticipables de la Ciudad de Buenos Aires pone sobre el tapete la ausencia de federalismo real. El exgobernador José Octavio Bordón reflexiona sobre lo que se ha hecho mal y la necesidad de soluciones

14 de septiembre, 2020 - 07:12

El federalismo, que existe en los papeles pero está completamente ausente de la práctica real, es una preocupación constante de algunos dirigentes que tratan de avanzar en ese sentido en un país donde el centralismo, la discrecionalidad y el sistema de premios y castigos tiene a los recursos públicos como el permanente elemento disciplinador.

La Ley de Coparticipación data de 1988, y el exgobernador mendocino José Octavio Bordón rememora cómo se trabajó en aquel tiempo, donde fue parte del debate y luego mandatario en momentos de su entrada en vigencia.

En diálogo con CNN Radio Mendoza, recordó: “Este tema lo comenzamos en una reunión en mi casa particular de Mendoza, con todos los gobernadores recién electos porque todavía no habíamos asumido”.

A la postre, “culminó después en una buena conversación, y negociación y diálogo con el presidente Alfonsín, en aquel momento que permitió que las transferencias de coparticipación fueran automáticas –antes no era así–, y habida cuenta de los distintos niveles de la salud y la educación, pero también de la seguridad que habíamos recibido las provincias, se aumentó el total de la distribución a las provincias con respecto a la Nación, de los impuestos coparticipables, que llegó al 53% o 54 %, y se hizo una pequeña modificación a la distribución secundaria, donde en Mendoza creo que pasamos del 4.11% al 4.33%”.

Al trazar el primer balance de aquella nueva asignación de los recursos, destacó que “esto funcionó bien, pero después empezamos con dificultades”, y señala como factores “la hiperinflación de Alfonsín, y luego la segunda ya en los comienzos de Menem, cuando apareció como una solución a la inflación –exitosa en el corto y mediano plazo pero que fue complicada en el largo plazo–, la convertibilidad”. Entonces “sobre ese aumento de la recaudación, ahí propuso un pacto fiscal donde garantizaba un piso, pero fue quedándose con más y más recursos la nación”, en desmedro de las provincias, situación que se repite “también durante la última etapa de gobierno de la presidente Cristina Fernández. Hubo una serie de medidas, como la de las retenciones a la soja, se disminuyó muchísimo la cantidad de recursos que se coparticipaban con las provincias”.

Bordón hace referencia al mecanismo recaudatorio de las retenciones, que son gran parte de los recursos que recauda el Estado nacional, pero que no son coparticipables, por lo cual tiene completa discrecionalidad en su uso el poder central, pasando por encima del federalismo.

A la hora de analizar el presente, el exgobernador señala que “tanto esta reacción del ‘Mendoexit’ con Mendoza, anteriormente había sido el San Luisexit, el entusiasmo que despertó en muchos, esta crisis que hay ahora y las repercusiones, están demostrando que la República Argentina que se imaginó en el 94 (Reforma Constitucional) necesita una revisión muy profunda”, que conlleva pensar “en nuestro país como un país que es federal, desde el punto de vista constitucional –una constitución inspirada en Alberdi pero también en la norteamericana– y esto necesita un cambio muy profundo”.

“¿Tiene que ver con la coparticipación? Sí”, destacó, y agregó que tiene “también que ver con una mayor correspondencia fiscal, que significa que las provincias asuman más responsabilidad de cobrar sus impuestos y luego transferir a la Nación”.

Además, observó: “Pero también hay otro campo, que son las transferencias que la Nación envía a las provincias, muchas veces discrecionalmente o en función de coyunturas, y por último todo el tema de infraestructura y las comunicaciones porque no se puede medir solo por coparticipación la equidad o falta de equidad”.

 

Caminos alternativos

“Hay que discutir la solución, no el problema”, aseveró Bordón. “El crecimiento que ha tenido en su población el Gran Buenos Aires, y también el Gran Rosario y en menor medida el Gran Mendoza, significa que no hemos articulado políticas institucionales legales, sociales, productivas y de inserción internacional con una visión global. Hoy tenemos un federalismo que funciona mal por el centralismo del poder de turno, y en segundo lugar porque muchas provincias –no es el caso de Mendoza– no hacen el esfuerzo suficiente para utilizar bien los recursos que tienen, hacen crecer de manera innecesaria cargos no eficientes, en el Estado por supuesto. Hay provincias, como la nuestra, donde más de la mitad viene de recursos propios, pero hay otras que solo general el 10% y esto hay que resolverlo de manera integral y global, si no el país va a seguir acumulando gente desocupada o subocupada en las grandes ciudades y vamos a tener cada día mayor debilitamiento del aparato productivo y social”.

El dirigente reconoce que hay “disparidades de posibilidades, de recursos. No es lo mismo el caso de la provincia de Buenos Aires, que tiene los puertos, las destilerías, la principal área sembrada de nuestra principal exportación, o las posibilidades que tiene Santa Fe u otras provincias, con provincias que hoy por hoy no tienen un perfil productivo, pero este reconocimiento de la falta de equidad se resolvió con una política de subsidios sin una estrategia, y tomo como ejemplo lo que pasó con la Ley de Promoción Industrial, que hice con un dirigente radical de la provincia de Buenos Aires –Sochi– y logramos aprobar con mayoría en ambas cámaras una nueva ley de promoción industrial, que lamentablemente el presidente Menem nunca la puso en marcha”, y detalló que “la idea ahí no era que no hubiera ninguna promoción, sino que no se puede usar la promoción para seguir produciendo lo mismo, que en algunas regiones se produce con alta competitividad, experiencia y organización para hacer lo mismo, porque se está sacando producción, en realidad lo que hay que hacer es un bono para generar nuevas actividades competitivas”.

Con las promociones que se implementaron, “la producción se seguía haciendo en las provincias que se hacían siempre, pero después una cantidad de elementos, de agregados y de ventajas competitivas se compraban en otros lados, con lo cual no ganaban competitividad las provincias que tenían la promoción y también perdían competitividad las provincias que lo estaban haciendo bien”.

Como alternativa, consideró que “hay que hacer un análisis global de cuáles son las responsabilidades del Estado central, cuáles las de las provincias, de alguna manera hacer un presupuesto por programa o resultados para saber cuáles son los objetivos, y luego corregir en alguna proporción por las distancias territoriales”. Y concluyó señalando que “el tema es muy difícil. Imagínese que redistribuir estos recursos no es de un día para otro, entonces tiene que haber un cambio, una ley y un proceso de transición de la ley, porque si se hace de un día para otro, desordena los buenos y los malos presupuestos de las provincias”.