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A 20 años de la asunción de Néstor Kirchner y el inicio del ciclo kirchnerista

El expresidente terminó su mandato con altos índices de popularidad, a la luz de políticas que fueron bien recibidas por la sociedad. Además, reivindicó a la política como herramienta de transformación tras el “que se vayan todos” del 2001

25 de mayo, 2023 - 10:32

Este 25 de mayo se cumplen 20 años de la asunción de Néstor Kirchner a la Presidencia de la Nación, hito que significó un punto de inflexión en la historia del país, dejando atrás la crisis del 2001, epílogo del ciclo neoliberal de 25 años comenzado el 24 de marzo de 1976.

Siendo gobernador de la provincia de Santa Cruz y fundador del Grupo Calafate, Kirchner (Río Gallegos, 25 de febrero de 1950-El Calafate, 27 de octubre de 2010) tenía la idea de armar un proyecto nacional, aunque recién para el 2007: los tiempos se aceleraron cuando el senador a cargo de la Presidencia Eduardo Duhalde, acorralado por la crisis social y los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, adelantó la elección y puso en marcha la búsqueda de un sucesor.

Tras intentos infructuosos con Carlos Reutemann y José Manuel de la Sota, Duhalde terminó yendo a buscar a Kirchner, quien se convenció de que con el apoyo del oficialismo nacional tenía una difícil pero factible oportunidad de ganar.

En las elecciones presidenciales del 27 de abril del 2003, en un escenario ultra atomizado, el candidato del Frente para la Victoria (una de las tantas agrupaciones que presentó el peronismo en las urnas) salió en segundo lugar con 22,25% de los votos, detrás del expresidente Carlos Menem quien obtuvo 24,45%.

 

 

El riojano arrastraba un fuerte descrédito social por las consecuencias de una crisis que tuvo como origen las políticas neoliberales de los 90, por lo que en una segunda vuelta cualquier candidato que se le enfrentase iba a capitalizar ese rechazo a su figura. Los sondeos previos hablaban de un 75% a 25% en detrimento del riojano.

Sin chances, Menem desistió de presentarse en la segunda vuelta y Kirchner, a los 60 años, se convirtió automáticamente en el presidente electo "con menos votos que desocupados", como graficaría años después su esposa y dos veces mandataria Cristina Kirchner. En aquel momento, la desocupación en Argentina llegaba a un dramático 25%.

Con un recordado discurso inaugural pronunciado ante la Asamblea Legislativa, que había sido escrito, justamente, por su esposa, Kirchner marcaría los lineamientos del nuevo gobierno que encabezaría, compatibles con un nuevo sentido de época.

 

 

"Por mandato popular, por comprensión histórica y por decisión política, esta es la oportunidad de la transformación, del cambio cultural y moral que demanda la hora. Cambio es el nombre del futuro", fue el preludio de un mensaje en el que aseguró que venía a "proponer un sueño" a los argentinos.

"En nuestro proyecto ubicamos en un lugar central la idea de reconstruir un capitalismo nacional que genere las alternativas que permitan reinstalar la movilidad social ascendente", rezaba otro pasaje del discurso, que también incorporaba un fuerte compromiso con la política de Derechos Humanos.

Desde los palcos del Congreso, varios presidentes de la región, en su gran mayoría de centroizquierda, escuchaban y le daban plafón político a un presidente que había asumido con solo 2 de cada 10 votos de los argentinos. Entre otros, estuvieron Hugo Chávez (Venezuela)Lula da Silva (Brasil), Ricardo Lagos (Chile), Jorge Batlle (Uruguay) y Álvaro Uribe (Colombia). Pero sin duda la estrella de los mandatarios invitados fue el cubano Fidel Castro, en la que fue su última visita a Argentina.

 

 

Tras jurar al cargo, Kirchner se dio el primer baño de masas con cierta displicencia protocolar, sin saber cómo manipular el bastón presidencial y un golpe que le produjo un anecdótico corte en la frente.

Siendo una figura aún desconocida para buena parte de la sociedad y con un apellido difícil de pronunciar, inició un ciclo que duraría 12 años y medio, siendo continuado en los siguientes dos períodos presidenciales por su mujer y compañera de vida, Cristina Kirchner.

Si bien el primer Gabinete heredó algunos de los ministros que habían sido parte del gobierno de Duhalde, desde el minuto cero pronto Kirchner construyó un camino de autonomía y un liderazgo que lo llevó a romper con quien lo había apadrinado electoralmente en el 2003.

Las elecciones del 2005, con la victoria arrolladora de Cristina Kirchner como senadora nacional en unos comicios que la enfrentaron a Hilda Chiche Duhalde implicaron la renovación definitiva del peronismo y un alineamiento casi total del movimiento al proyecto político de Kirchner. 

Néstor Kirchner terminó su mandato con altos índices de popularidad, a la luz de políticas que fueron en buena medida bien recibidos por la sociedad, como la anulación de las leyes de impunidad de Raúl Alfonsín y los indultos a genocidas por parte de Carlos Menem, la fuerte política de reivindicación de los derechos humanos, la renovación de la Corte Suprema menemista, la integración latinoamericana y el rechazo a la injerencia del FMI (le pagó el 100% de la deuda), el desendeudamiento, la restauración de las paritarias con la consecuente recuperación del salario, y una serie de nacionalizaciones que pusieron en valor el rol interventor del Estado en la economía.

 

 

A su vez, militantes peronistas, pero también de los sectores más progresistas de la sociedad, vieron en Kirchner un intérprete que podría plantear políticas diferentes a las de los últimos 25 años, marcadas por la valorización financiera, el endeudamiento, la pobreza, la represión y la corrupción. El reivindicar a la política como herramienta transformadora de la sociedad aún define su Presidencia. A su vez, el ciclo que completó Cristina dejó una mejora sustancial de los índices económicos y sociales del país, como la duplicación del PBI, una baja de la pobreza de 35 puntos, la recomposición de salarios y jubilaciones, el desendeudamiento externo y la reindustrialización, empoderando además el mercado interno. El crecimiento general del país nunca fue tan robusto desde el primer peronismo.

 

 

Kirchner falleció de un infarto el 27 de octubre del 2010, mismo día del censo nacional. Su velatorio, en la Casa Rosada, fue multitudinario, dejando en claro que su figura marcó un antes y un después en la política argentina y latinoamericana.