28 Julio de 2022 - 21:45
Pablo Vio, Gonzalo Elizondo y Francisco Segovia dieron a conocer hace algunos días los abusos sexuales que el sacerdote jesuita César Fretes cometió contra ellos cuando tenían 10 años. En aquel momento eran estudiantes del Colegio del Salvador, en la Ciudad de Buenos Aires. Con el paso de los días, más exalumnos sumaron sus denuncias, algunos de manera anónima y otros con nombre y apellido.
En una carta enviada a la agencia Telam, Nicolás Quinteros, aseguró que también fue abusado por el sacerdote Fretes cuando cursaba el sexto grado en 2001. Lo mismo informó Rodrigo Oliver.
Dolorosos recuerdos
Quinteros recordó: “mis compañeros me estaban molestando: estábamos hablando sobre la eyaculación y eso todavía no me había sucedido a mí. Fui a hablar con César Fretes para decirle que me sentía mal. Él me dijo que fuera al baño y lo esperara ahí. Al rato vino y me abrazó. En ese momento, otro compañero intentó ingresar al baño y Fretes le pidió que no entrara y que nos dejara solos. Me pidió que le mostrara el pene y me señaló por dónde salía el semen”. Luego agregó: “En ese momento, no lo reconocí como un abuso, sino como un error que había en la educación sexual de ese momento. Al tiempo me enteré de que existían más casos como el mío”.
Por su parte, Oliver contó: “cuando tenía once años me salió un sarpullido en la zona del ingle. Recuerdo que me picaba mucho y por eso mis viejos me habían comprado un talco mentolado para que no me rascara ni lastimara que me ponía varias veces al día. Con César Fretes, en ese momento nuestro preceptor de sexto grado, yo tenía además una relación que suponía de amistad. Él nos producía confianza y complicidad, y por eso todos queríamos estar cerca aún fuera de clase. En los días en los que me duró el sarpullido, él me hacía llamar a su despacho mientras estábamos en clase y me lo colocaba”.
“Recuerdo sentir incomodidad por tener que bajarme los pantalones en frente de él pero sin embargo lo hacía porque lo consideraba normal. En mi cabeza no existía pensar otra cosa de nuestro tutor. A medida que fue pasando el tiempo y supimos que César había abusado a varios chicos, caí en la cuenta de que no me llamaba porque le preocupaba mi sarpullido. Al final de ese mismo año cuando terminamos las clases me salieron dos hernias inguinales de manera consecutiva, una de cada lado, las cuales me operé, por suerte, sin complicaciones", recordó.
Si bien muchos padres incriminaron al sacerdote, nunca hicieron una denuncia formal, por lo que fue trasladado a Mendoza en 2003. En esa ciudad cumplió labores administrativas, sin contacto con los alumnos del Colegio San Luis Gonzaga, ubicado en la misma manzana de la iglesia Sagrado Corazón, donde estaba destinado. Finalmente, falleció a los 45 años en esa ciudad, en 2015.
Las denuncias originales
Pablo Vio, Gonzalo Elizondo y Francisco Segovia contaron que en 2002 fueron abusados por el sacerdote y que hay, por lo menos, 30 víctimas más.
Según recordaron, en su despacho el cura llevaba las conversaciones hacia temas sexuales, sobre masturbación, erecciones, llegó a pedirle a alumnos que se bajaran los pantalones en su despacho e incluso tocó los genitales de uno de ellos mientras dormía en uno de los retiros espirituales.
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