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Twitter, o el fallo en la Matrix

El nuevo dueño de la red social del pajarito, Elon Musk, aplicaría una confusa política de moderación de contenidos que consiste en permitir mensajes negativos o de odio pero al mismo tiempo reducir su difusión. Es decir, es una libertad a medias...

25 de noviembre, 2022 - 07:37

Como todos sabemos, Matrix es una tetralogía de películas de ciencia ficción escritas y dirigidas por las hermanas Wachowski. En la primera de ellas se plantea que en el futuro, tras una dura guerra, casi todos los seres humanos han sido esclavizados por máquinas inteligentes, las que los tienen en animación suspendida y con sus mentes conectadas a una realidad virtual llamada "Matrix".

Los seres humanos son usados por las máquinas para obtener energía, pero unas pocas personas son libres, viven en la ciudad de Zion y tienen naves que se mueven por el subsuelo, entrando de forma clandestina a la Matrix para liberar a otras personas conectadas.

Morfeo (Laurence Fishburne) cree que hay alguien en la Matrix que es El Elegido, la persona que acabaría con la dictadura de las máquinas, según una profecía. Y cree que Neo (Keanu Reeves), un hacker, puede ser el elegido. Una vez liberado, Neo es perseguido por los personajes virtuales creados por la Matrix, los agentes liderados por Smith (Hugo Weaving).

¿Exagerado? ¡Seguro! Es la trama de una película de ciencia ficción, pero nos sirve para entender la extraña realidad que estamos viviendo desde hace unos años. Veamos.

Tal como ya lo describiera el famoso politólogo italiano Giovanni Sartori, la generación de nuestros padres leía el diario para informarse; la nuestra para hacerlo miraba los noticieros de la TV y la actual chequea en su teléfono inteligente las novedades que les llegan por Whatsapp, Facebook, Tik Tok o Twitter, lo que conforma una verdadera Matrix informativa.

Hoy por hoy nos informamos a través de las redes sociales. Particularmente por Twitter -la más política de todas-, pero pese a que sólo permite expresar hasta 240 caracteres, es decir no más que un párrafo, es la elegida para la difusión de ideas, eventos de todo tipo y novedades.

También sabemos que Twitter, como todas las otras redes sociales, funciona en base a un algoritmo que elige, en función de nuestro perfil psicológico, qué tipo de noticias y de qué tenor nos gustan. Un hecho que dista de ser inocente y de tener sólo consecuencias comerciales, pues está confirmado que su uso tiende a reforzar los pensamientos/sentimientos del usuario, lo que viene a mantener la vigencia del denominado discurso único.

Pero más allá de este discutible mecanismo de funcionamiento interno, que daría para varias conclusiones más, en realidad los dueños de Twitter se han arrogado la potestad de ejercer una sutil –y a veces no muy sutil- cancelación, ya que censuran aquellos contenidos que según sus criterios empresariales vulneran lo “políticamente correcto”.

Pero como lo hemos explicado en otros artículos, lo políticamente correcto no es político y dista de ser correcto, ya que se trata del cumplimiento de una precisa agenda diseñada por determinadas élites globales (el Foro Económico de Davos, por ejemplo) que tienen la pretensión peregrina de que todos pensemos en forma homogénea, especialmente en temas por demás polémicos, como la religión, la familia, la alimentación y hasta nuestras preferencias sexuales.

Pero sucede que tal monopolio del manejo de la información no es aceptado por todos sin chistar y cada tanto produce lo que hemos denominado un fallo en la Matrix. Por ejemplo, luego de que el megamillonario Elon Musk comprara la red del pajarito por US$ 2.600 M y manifestara algunos criterios de verdad y de libertad de expresión diferentes a los de la agenda señalada, se lanzó una campaña, orquestada por organizaciones y políticos progresistas para exigir que Twitter siga con su práctica de censurar el discurso de odio y otros contenidos "objetables".

Concretamente, una carta enviada a los 20 principales anunciantes de Twitter y firmada por 40 organizaciones activistas -entre ellas la Asociación para el Avance de las Personas de Color (NAACP, por sus siglas en inglés), el Centro para el Avance de los EE.UU., la Alianza de Gays y Lesbianas contra la Difamación (GLAAD) y el Proyecto Global contra el Odio y el Extremismocontiene esta velada amenaza:

"Las organizaciones abajo firmantes le pedimos que se comprometa públicamente a cesar toda publicidad en Twitter a nivel mundial –y así se lo notifique a Musk– si sigue adelante con sus planes de socavar la seguridad de la marca y sus normas comunitarias, que incluyen la aniquilación de la moderación de contenidos".

En otras palabras, se ha pedido a los anunciantes que boicoteen Twitter si no sigue censurando.

Pero, ¿cuál es el efecto de la censura? Muy a menudo no hace otra cosa que llamar la atención de la gente sobre el discurso o la información que ha sido censurada. Como, por ejemplo, ha pasado con el conocido caso de Galileo Galilei, censurado por la Inquisición que no logró otro efecto que el de popularizar sus teorías astronómicas.

Llegado a este punto nos preguntamos si los fallos en la Matrix de las redes sociales continuarán y si algún día lograrán acabar con la censura. Al respecto, el gran político estadounidense Abraham Lincoln sostuvo que: “Se puede engañar a algunos todo el tiempo, se puede engañar a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”. Esperemos que así sea para beneficio de la buena información y la verdad.

 

El Doctor Emilio Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.