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Paremos el tiempo

El periodista Martín Gastañaga le rinde homenaje a una de las personalidades más importantes del mundo tenis: Roger Federer

15 de septiembre, 2022 - 22:48

Saber que algo va a ocurrir no es lo mismo a que las cosas ocurran. Todos sabíamos que Roger Federer estaba cerrando su increíble carrera deportiva, pero saber que en la Laver Cup va a ser
su último paso por las canchas es desolador, dan ganas de detener el tiempo y que esos instantes duren para siempre.

No estoy hablando de un tenista, estoy hablando del deportista más grande de todos los tiempos. Que en una materia tan disímil y opinable como el deporte, alguien convoque a la unanimidad es algo raro, pero el suizo la convoca.

 

 

Me explico: siempre pensé que los grandes deportistas deben llenar dos planillas en su trayectoria. Una es la planilla deportiva, la de los logros y títulos, la del talento y el placer de verlo jugar. No vale mucho la pena abundar sobre ello, porque verlo jugar ha sido siempre un placer supremo para los amantes del tenis y, en general de cualquier deporte.

Verlo jugar tenía más que ver con el ejercicio de un arte que con una destreza física, sus desplazamientos donde parecía flotar en la cancha, jamás transpirado porque no había esfuerzo aparente en su perfección atlética. Sus golpes únicos, su caballerosidad deportiva, la capacidad permanente de mejorar su juego y a la vez mejorar a sus rivales no tiene comparación simple, y es algo que sus rivales reconocen sin dudar.

 

 

Juan Martín del Potro, rival en las canchas y amigo, fue muy simple: le escribió te amo. Carlos Alcaraz, figura naciente y adolescente prodigio del tenis simplemente puso un corazón roto.

Pero hay otra planilla tan importante como la de los resultados, y es la del legado. En ese terreno su figura se agiganta aún más que viéndolo prodigarse en el césped de Wimbledon. Federer ennobleció el deporte de la raqueta, pero es uno de los hombres que mejoran el mundo, y eso no se agotará cuando cuelgue la raqueta.

Cierto día, mirando en sus redes sociales, me llamó la atención una foto donde se lo veía con una sonrisa de oreja a oreja, rodeado de niños en el inconfundible paisaje africano. Viendo en profundidad de que se trataba, resulta que su fundación ha construido escuelas en el continente negro donde estudian nada menos que 300 mil niños, que 64 mil comen gracias a su acción.

“Es maravilloso ver que estamos generando un impacto real con la fundación. El acceso a una educación temprana de calidad es crucial, ya que es la base de todo aprendizaje. Estoy tan feliz de haber llegado a Malawi”, señaló en esa oportunidad.

 

 

Figura saliente en un mar de egos desatados como es el deporte, donde vemos a sus pares mostrar sus colecciones de autos exclusivos o sus mansiones, Federer ha hecho de su vida familiar una fortaleza que lo acompañó durante toda su carrera. La exposición, los escándalos, las polémicas nunca han tenido lugar en su trayectoria inmaculada.

En pocos días asistiremos a su última función en un estadio, acompañado de Rafa Nadal, el hombre con el cual, en conjunto y durante casi dos décadas elevaron la vara de su deporte, de su caballerosidad y de la competencia más sana posible hasta límites insospechados.

El tenis es mejor luego de su paso por las canchas, ha sabido inspirar a sus pares a un nivel que se aprecia en cada torneo. Y el mundo también es mejor, porque ha hecho su aporte para que los valores y la solidaridad se vuelvan acción concreta y tangible.