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Los jubilados, descartables como las jeringas

Los organismos encargados de su atención no cumplen las promesas de mejoras que les hacen a quienes trabajaron y aportaron toda su vida para tener una vejez decorosa y sin sobresaltos

01 de mayo, 2022 - 14:46

Por la pandemia, conseguir un turno médico se volvió un calvario para miles de adultos mayores que integran la gran masa de los llamados “beneficiarios” de la obra social que los reúne pero no los ampara, el PAMI, situación agravada en estos últimos meses por los cambios operados en el sistema de prestación de especialidades.

Son 5 millones de adultos mayores que no tienen otra alternativa más que esperar a que alguien se apiade de su situación.

En la etapa denominada “paracovid”, presentada como una solución que venía a resolver demoras en la atención, no hay seguimiento de las patologías crónicas y todavía no hay respuesta oficial a los requerimientos.

Está bien, para los jubilados eso no es una novedad, pero nadie –ni funcionarios ni legisladores– se inmiscuye en el asunto para solucionarlo, como si los afiliados al organismo administrado por Luana Volnovich fueran desechables. Esa falta de consideración con los adultos mayores está causando que las enfermedades se disparen antes de que los pacientes puedan recibir un diagnóstico y ser tratados en consecuencia.

Ocurre que la mayoría de los médicos de cabecera del PAMI resuelven la consulta de manera virtual y así es difícil reconocer síntomas. Y esto cuando no adjudica la dolencia a “cosas de la edad”, sin explicarle adecuada y técnicamente su causa. Además, en el interior del país muchos de ellos cobran una especie de 'coseguro' -lo que está prohibido pero pasa-, según lo denunció el Defensor de la Tercera Edad, Eugenio Semino.

Finalmente, cuando el paciente consigue la derivación a un especialista, el turno que éste le otorga es de entre 60 y 90 días, y si le pide un estudio, para llegar a esta prestación hay una demora de por lo menos otros 60 días. De esta manera, podría ser atendido casi medio año después de que comenzara a sentir los síntomas.

Y aquí se debe recordar que cuando Volnovich hizo el anuncio con bombos y platillos a mediados de febrero de este año -luego de sus escandalosas vacaciones en el Caribe con su pareja, número dos del organismo que ella preside-, con el presidente Fernández a su lado, aseguró  que  "por primera vez en la historia de 50 años del PAMI, los afiliados van a poder tener la libertad absoluta de elegir a sus médicos y especialistas, así como los centros de diagnóstico donde hacerse estudios”.

Pero, ¿cómo se va a elegir prestador si no hay turnos en plazos más o menos lógicos? La única chance de conseguir una atención rápida es abonarle al médico de cabecera una consulta como particular –ahí podrá conseguir turno en una semana- y después hacer lo mismo con un centro de diagnóstico privado, donde la práctica se puede hacer en no más de 72 horas. De esta manera, es seguro que en diez días tenga un panorama claro de cuál es su problema de salud, pero a costa de un sacrificio económico enorme que no está en condiciones de hacer una inmensa mayoría de los argentinos.

En el mismo acto del anuncio de los "beneficios", el Presidente dijo que el nuevo sistema "permite a los jubilados dejar de ser un número y pasar a ser una persona que decide”. Pues bien, por lo menos hasta ahora, ningún jubilado ha dejado de ser un número y tampoco ha logrado que sea atendido como se merece.

También se dijo que se haría justicia con los profesionales ya que la remuneración por la consulta aumentaría considerablemente, lo que es desmentido por la huida de los especialistas hacia el sector privado porque por razones económicas atendibles prefieren trabajar de esa manera antes que atender a los jubilados.

A nadie escapa –aunque parece que a los funcionarios sí- que las demoras en la prestación especializada puede determinar la vida o la muerte de un adulto mayor, sobre todo en los casos más delicados, ya que la enfermedad estalla antes cuando se transita una etapa aguda.

Así las cosas, en esta instancia la salud dejó de ser un bien social para para los pasivos, para transformarse en un drama individual o familiar. Mientras, el PAMI duplicó sus gastos entre 2020 y 2021, pero este año recibirá menos fondos cuando –como en un contrasentido– se ampliaron los destinados para gastos de la Presidencia de la Nación.

Pese a los rimbombantes anuncios del Gobierno, los jubilados siguen a la espera de que alguien se acuerde de ellos y puedan recibir un servicio que por ley y solidaridad les pertenece.

Por ahora, y en una situación de discriminación habitual en el ámbito de los servicios sanitarios, siguen siendo descartables como las jeringas, las sondas o los elementos de colostomía que por desgracia podrían necesitar y con mucha suerte quizá consigan para ser atendidos en tiempo y forma.