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La democracia podría empezar a cansarse

Es difícil para la gente entender que realmente hay un propósito honesto en aquellos que quieren llegar a los niveles más altos de cualquier gobierno

12 de febrero, 2023 - 08:52

El entorno y las perspectivas de una Argentina capaz de salir de la postración social y económica actual son por el momento hostiles a cualquier proyecto individual o colectivo para “poner a la Argentina de pie”, como decía Alberto Fernández antes de ganar las PASO en 2019..

Por lo tanto, es difícil para la gente en general entender que realmente hay un propósito honesto en aquellos que quieren llegar a los niveles más altos de cualquier gobierno.

Ni hablar de algún líder capaz de captar las verdaderas inquietudes y comunicar con claridad cuál puede ser un camino para corregir el rumbo, ya no para “cambiar la vida de los argentinos”.

Ya nadie cree que alguien pueda venir a salvarnos, simplemente porque nunca nadie ha venido a hacerlo, en ningún momento de nuestra historia, aunque a veces se creía que eso era posible.

Es preocupante ver la pobreza o la casi inexistencia de planes, programas o recetas para diseñar desde arriba las políticas de gobierno y desde abajo la formación y concienciación ciudadana.

No es erróneo suponer que las cosas se pueden corregir con una buena educación para quienes están en ambos niveles de responsabilidad, pero los resultados serían a largo plazo si alguna vez se iniciara, mientras que las emergencias no permiten más demoras.

El hastío social, la ira y el sentimiento de frustración están generando un deterioro del espíritu natural de solidaridad de los grupos humanos, y se ha ido cayendo en un individualismo indiferente de puertas para adentro, o en una formación de tribus urbanas con intereses concretos y cerrados con los peligrosos condimento de una gran intolerancia hacia las demás tribus.

Mal llamados tribus por nosotros, por diferentes razones estos grupos sociales se distanciaron de toda posibilidad de organización a través del sistema político conocido.

El descontento es tal que prácticamente todos los candidatos potenciales alcanzan tasas de rechazo general sin precedentes.

Así, a pesar de que el voto es obligatorio, se observará una gran indiferencia y ausentismo electoral, pues las formas y el lenguaje proselitista son muy pobres y carecen de novedad y credibilidad, tanto en las PASO como en las generales.

Pero como se ha dicho en esta columna, es pernicioso que haya figuras providenciales que pretendan representar la voluntad popular, y la falta de una capa dirigente impide cualquier posibilidad de orden democrático y progresista.

La recuperación de lo perdido es responsabilidad de todos, tanto de quienes pretenden acceder a los cargos como de quienes deben decidir con libertad y suficiente información crítica.

Argentina está a tiempo. Si bien en el mundo la tendencia a los nacionalismos extremos y al debilitamiento de las democracias es un hecho concreto, aquí se puede dar un golpe de timón que no consiste en un simple cambio de partido gobernante, sino en tomar verdadera conciencia de lo que se debe hacer. y qué se puede hacer con los recursos materiales y humanos que tenemos.