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Hubo elecciones y no nos avisaron

La llegada de Sergio Massa como superministro terminó de perforar, el ya desgastado poder presidencial. Simboliza el fin de la `era Alberto Fernández` y que la ambición del `hasta ayer`presidente de la Cámara de Diputados sea más tangible. CFK movió un nuevo alfil para realizar el trabajo sucio

29 de julio, 2022 - 15:44

La tarde del jueves 28 de julio será recordada como el último día de Alberto Fernández en funciones como presidente y el primero de Sergio de Massa alcanzando esa meta que persigue desde niño. Por supuesto, el presidente sigue siendo Fernández, pero luego de que dos de los integrantes del triunvirato pactaran ser un dueto, el poder ya horadado, por su propia impericia, sus contradicciones permanentes, la fiesta de cumpleaños en plena cuarentena estricta, los funcionarios que no funcionan, la lapicera que nunca fue usada, gestionar una pandemia y la invasión de Rusia a Ucrania, le pusieron punto final de manera simbólica a una gestión que será rápidamente olvidada, pero que debe terminar en diciembre de 2023.  

Hasta aquí parte de las opiniones libres. Vamos a los hechos que son sagrados. De los 21 ministerios con los que asumió se comprimen a 17, (puede haber más recortes), y dentro de ellos Alberto fue entregado aliados, en cada reemplazo perdía a alguien de su riñón y, como en el TEG, Massa y la vicepresidenta copaban con sus fichas el mapa ministerial.

Algunos ejemplos, el primer fusible fue Maria Eugenia Bielsa reemplazada por el intendente de Avellanda, Jorge Ferraresi, luego Marcela Losardo amiga y socia en el ámbito privado del presidente, reemplazada por el ultrakirchnerista Marín Soria, el ahora Canciller Santiago Cafiero y su director de comunicaciones Juan Pablo Biondi algunos nombres de una lista demasiado larga.

Retos en actos públicos, tales como "no tomes del pico, Alberto" o "usá la lapicera" engrosan la lista de descalificaciones explícitas. Alberto Fernández, además de jefe de Gabinete, siempre fue un armador, y una de sus principales características era la de cambiar su discurso según su interlocutor. Por eso no extrañan, para los que lo conocen de toda la vida, las contradicciones presidenciales.

Las voces de pasillo aseguran que para ella le faltaron decisión, construcción política y liderazgo para el objetivo que le encomendó. Él cree que perdió respaldo mediático, uno de los factores por los que ella lo eligió, con la decisión de declarar a las telecomunicaciones como servicios públicos en pandemia, medida en la que intervino la Justicia con una medida cautelar y los grupos empresarios siguieron haciendo de las suyas con las tarifas que llegan a cada uno de los hogares.

Mientras tanto, el ahora, superministro, logro algunos consensos que se transformaron en aciertos desde su lugar como presidente de la Cámara de Diputados. Alivio Fiscal para monotributistas y autónomos, y aumento del mínimo imponible para ganancias. Massa sabe que juega quizás todo su capital político agarrando un fierro caliente, para cumplir con su ambición de ocupar el sillón de Rivadavia.

Para ella, la apuesta es win-win, si Massa tiene éxito se colgará esa medalla, si Massa fracasa se saca de encima un posible rival, de peso específico, para las internas del Frente de Todos, que hoy no tiene candidatos y no desgasta su figura, ya desgastada, pero todavía conserva un activo importante de piso de votos para una eventual candidatura.

Alberto pierde, y con él nosotros. Otra apuesta a una coalición que fracasó. Un moderado que venía a aunar criterios y que terminó hablándole a la tribuna del núcleo más duro de los fieles de ella. Lo cierto es que dos eligieron ya no ser más tres. Lo simbólico y concreto es que ayer hubo elecciones y no nos avisaron.