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¿Es la economía estúpida? No, es la geopolítica

Las crisis del Credit Suisse Group y del Silicon Valley Bank parecen responder más a decisiones geopolíticas erróneas, que a un problema como el de 2008

24 de marzo, 2023 - 07:57

Ya explicamos que Bill Clinton, en los años 90 al ver perdida su carrera presidencial contra George H. W. Bush (padre), quien exhibía varios éxitos como la derrota de Saddam Hussein en Irak y la proclamación de un Nuevo Orden Mundial, lanzó aquello de: “Es la economía, estúpido” (“the economy, stupid”), una frase que estaba destinada a hacer historia.

También nos interrogamos si la Economía era o no una ciencia exacta. Vimos que no y explicamos nuestras razones, siendo la principal que su objeto es la administración de bienes escasos y útiles para los seres humanos y que, por lo tanto, está vinculada a la Política, a la Ética y a la Psicología.

Finalmente les preguntamos a nuestros lectores para qué nos sirve conocer todos estos conceptos cuando nuestro país, aparentemente, se apresta a vivir otra de sus colosales y frecuentes crisis económicas. Precisamente ese será el punto de nuestra próxima entrega: qué puede hacer la Argentina para no repetir sus viejos errores y aprovechar su experiencia en crisis, la que no es poca.

Nos preguntamos todo esto y otras cosas, porque ahora el mundo parece estar ingresando a una etapa de turbulencias financieras como ya sucedió, por ejemplo, en la denominada crisis de Lehman & Brother el 15 de septiembre de 2008, cuando presentó su declaración formal de quiebra tras el éxodo de la mayoría de sus clientes, pérdidas drásticas en el mercado de valores y la devaluación de sus activos por las principales agencias de calificación de riesgos.

Posteriormente se presentaron acusaciones de negligencia contra la dirección del holding financiero que incluyeron procesos penales. Como tal, fue la mayor quiebra en la historia de Estados Unidos y estuvo fuertemente asociada a la crisis financiera global de 2008.

El origen de la crisis se produjo en el 2007 cuando acumuló grandes pérdidas por títulos respaldados por las hipotecas de riesgo, las conocidas “subprime”. La empresa había acumulado grandes pérdidas (US$ 2.800 M), por lo que se vio obligada a vender 6.000 M de sus activos. Pese a ello, en el primer semestre de 2008 perdió el 73% del valor de sus acciones.

Como podemos ver, la crisis del 2008/9 se debió a causas casi exclusivamente financieras. Pero éste no parece ser el caso de la actual crisis desatada por la caída del Silicon Valley Bank (SVB), un pequeño banco comercial con sede en Santa Clara, California (Estados Unidos) y del Credit Suisse Group, una mega empresa de servicios financieros, con sede principal en la ciudad de Zúrich, Suiza, y con más de 150 años de historia.

Veamos qué es lo que vincula a la quiebra de dos entidades tan distantes y tan diferentes.

Para empezar, los depósitos del SVB habían aumentado de US$ 62 mil M a 124 mil M en sólo un año, debido al denominado dinero helicóptero emitido a caballo de la pandemia de COVID-19 para las empresas de ciencia y tecnología, entre otras. La mayor parte de este dinero se invirtió en bonos del Tesoro de los EE.UU., a largo plazo, con muy bajo rendimiento (1,79% anual) y de muy bajo riesgo.

Pero el 9 de marzo de 2023 las acciones de SVB Financial se desplomaron más del 62% después de que la empresa propusiera una venta de acciones para apuntalar su balance general, que había sufrido una pérdida de US$1.800 M al tener que vender esos mismos bonos del Tesoro debido al aumento de la inflación y la subida de tasas decretada por la Reserva Federal para combatir a esa inflación y para cumplir con sus compromisos.

Por su parte, el presidente de los EE.UU., Joe Biden, llamó a la calma y afirmó que los pequeños ahorristas (hasta US$ 250 mil) serían rescatados, no así los inversores, pues como dijo, “Así es cómo funciona el capitalismo”.

Para nosotros, en realidad se trató de una serie de decisiones geopolíticas mal tomadas por el gobierno de los EE.UU., como el cúmulo de sanciones contra Rusia y contra China, que produjeron un proceso inflacionario que quiso ser conjurado mediante el simple y conocido expediente de elevar las tasas de interés por parte de su Reserva Federal.

 

La otra parte de la historia

Lo dicho nos lleva a la otra punta del mundo, más precisamente a Suiza, sede del Credit Suisse.

El 9 de febrero de 2023, el banco registró una pérdida anual de 7.300 M de francos suizos (unos US$ 7.880 M), la mayor pérdida desde la crisis financiera de Lehman & Brothers. El 14 de marzo, tras el colapso del SVB, ya explicado más arriba, el Credit Suisse publicó su informe anual para 2022 diciendo que había identificado "debilidades materiales" en los controles sobre la información financiera.

Luego, el 15 de marzo, el precio de sus acciones cayó casi un 25% después de que el Saudi National Bank, su mayor inversor, dijera que no podía proporcionar más asistencia financiera. Finalmente, el 19 de marzo el UBS AG (un consorcio de bancos suizos) compró al banco por US$ 3.200 M. Es decir, por una fracción de su valor real.

De esta información se destaca el hecho de que el Credit Suisse, que ya estaba en problemas por la inflación europea y la consecuente suba de las tasas de interés por parte de las autoridades monetarias de la UE, recibió su golpe de gracia por el retiro de fondos por parte de un banco de Arabia Saudita.

Aquí está la clave geopolítica del asunto. Como dijimos más arriba, los EE.UU. y la UE le habían impuesto a Rusia y, en menor medida a China y a Irán, una serie de sanciones económicas muy duras, las que llevaron, entre otras cosas, al Credit Suisse a congelar fondos de origen ruso.

Para evitar estas medidas, Rusia comenzó a comercializar sus productos (el petróleo y sus derivados principalmente), a través de terceros países, como la India, y lo que es financieramente importante, mediante el pago en rublos y no en dólares, lo que llevó a un aumento de los combustibles y de la energía, que a su vez generó inflación y tasas de interés más altas.

Por su parte, Arabia Saudita, un viejo aliado de los EE.UU. y uno de los sostenedores del petrodólar, se negó al pedido de la administración Biden de aumentar su producción para bajar los precios del petróleo. Para colmo de males, el gobierno de Beijing logró que el de Riad hiciera las paces con el de Teherán, otro gran productor de crudo.

Mientras estas líneas están siendo escritas se está produciendo la visita del presidente de China a Moscú, lo que tiene una gran carga geopolítica, ya que en general las posiciones de los dos líderes mundiales coinciden: ambos son socios estratégicos cercanos que rechazan la hegemonía del Occidente moderno y que anuncian la llegada de un mundo multipolar.

Ante este panorama de creciente complejidad, sería bueno que nuestros dirigentes políticos tomen nota antes de embarcarse en cualquier forma de “relación carnal” con alguno de los principales protagonistas del nuevo orden mundial. Porque como sabemos, no sobreviven los fuertes, sino los que se adaptan mejor a los cambios.

 

El Doctor Emilio Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.