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El reloj del apocalipsis

Debido a que estamos ante una eventual guerra nuclear generalizada, nuestro país debería analizar medidas estratégicas para minimizar las consecuencias y mejorar la capacidad de exportación de productos críticos, como alimentos y combustibles en todas sus formas

07 de octubre, 2022 - 07:28

En la junta directiva del ‘Bulletin of the Atomic Scientists’ (Boletín de Científicos Nucleares) de la Universidad de Chicago, en los Estados Unidos, hay un reloj que se denomina el ‘Doomsday Clock’ (El Reloj del Apocalipsis). No se trata de un reloj mecánico, sino de uno simbólico que es mantenido desde 1947 para que funcione como una suerte de recordatorio o de alerta para toda la humanidad de cuán cerca nos encontramos de un Armagedón nuclear.

Concretamente, mide la cantidad de minutos para la medianoche e implica el grado de amenaza nuclear. Es corregido periódicamente y, por ejemplo, sabemos que actualmente marca unos “tres minutos para la medianoche”; exactamente son las 23:58:20.

 

Sucesos inquietantes

Extrañamente, cuando estalló la guerra entre Ucrania –pertrechada por países de la OTAN– y Rusia, el reloj no se movió. Nos preguntamos si no habría que adelantarlo ahora, a la vista de algunos sucesos importantes. A saber:

1º) Ha zarpado el lunes pasado el submarino nuclear ruso K-329 Bélgorod, a la sazón armado con seis torpedos nucleares Poseidón. Sus funciones principales son dos: la primera es la de poder servir como un submarino anfitrión para submarinos enanos que tienen la capacidad de trabajar con cables u otros objetos en el fondo del mar.

Y la segunda, es disparar los torpedos Poseidón, un enorme ingenio nuclear concebido para destruir puertos y ciudades costeras y causar un devastador tsunami. Puede recorrer hasta 10.000 kilómetros a velocidades entre 60 y 70 nudos, es decir de 110 a 130 km/h. En tanto, Poseidón tiene un largo de 20 metros y en su interior puede llevar una ojiva nuclear de hasta 100 megatones.

2º) Corea del Norte lanzó el 4 de octubre un misil balístico que sobrevoló el norte de Japón y que alcanzó la mayor distancia recorrida hasta la fecha en uno de estos ensayos armamentísticos.

Según Tokio, el proyectil alcanzó una altura máxima cercana a los 1.000 kilómetros y una distancia de 4.600 kilómetros.

Por su parte, las autoridades de la defensa civil japonesa activaron las alarmas antiaéreas en las prefecturas de Hokkaido y Aomori, dos ciudades ubicadas al Norte.

Además, se suspendió el tráfico ferroviario y los ciudadanos debieron cobijarse en los refugios antiaéreos. Se trata de la primera vez desde 2017 que un misil norcoreano sigue esa trayectoria y obliga a Japón a activar la alarma. Por su parte, las Fuerzas Armadas de Corea del Sur y de los Estados Unidos dispararon respectivamente dos misiles del Sistema de Misiles Tácticos del Ejército (ATACMS por sus siglas en inglés) que impactaron en objetivos de prueba, según dijo el Estado Mayor Conjunto surcoreano, en respuesta a la prueba realizada por Corea del Norte.

3º) El general norteamericano retirado David Petraeus, un vocero de facto del gobierno de los EE.UU., describe la “enorme cantidad de coordinación" que está teniendo lugar entre su país, con el Reino Unido y con las FF.AA. de Ucrania con asesores que “tienen las botas sobre el terreno" respecto de cómo librar sus operaciones contra Rusia, lo que pone a los EE.UU. en curso de colisión con Rusia pues ella bien puede considerar a esto como una agresión directa a su soberanía, tal como lo expresó su presidente, Vladimir Putin, en su discurso del 30 de septiembre pasado al incorporar a las cuatro provincias tras los referéndums del Donbass.

 

La historia nos enseña

A estas alturas, probablemente nos sea útil recordar algunas viejas anécdotas de guerra del pasado. Por ejemplo, cuando el general alemán von Trupp llegó al Marne en 1914 durante la Primera Guerra Mundial, o cuando otro general alemán, Erwin Rommel, cruzó el Mosa en Sedan en 1940, no sabían ni podían saber a dónde los llevaría la dinámica de la guerra. De hecho, Alemania, su país, perdió ambas guerras cuando comenzaron ganando.

Lo que importa por encima de ellos, es que –especialmente– los decisores políticos nunca deberían olvidar que una decisión de hacer la guerra es siempre una suerte de apuesta y que el registro histórico no demuestra que las decisiones más audaces en el inicio de la guerra hayan sido siempre recompensadas con un éxito acorde.

A decir verdad, nadie sabe si algún día el famoso reloj dará las fatídicas campanadas de las 12. Con lo que habrá que asumir que alguno de los decisores políticos de las conocidas potencias nucleares apriete el fatídico botón rojo que dispara sus respectivos arsenales nucleares, lo que implicará que buena parte del mundo conocido será enviado a la Edad de Piedra y que el resto de los sobrevivientes deberán vivir con la contaminación consecuente por varios años.

 

Somos optimistas, pero...

Y nosotros, los argentinos, ¿qué vela tenemos en este entierro?

Probablemente, en el caso del “peor de los escenarios”, el de una guerra nuclear generalizada, no tendríamos consecuencias directas. Pero... siempre hay un pero. Veamos entonces los pero…

  1. La Argentina se tiene que preparar, al menos desde el planeamiento estratégico, para esta eventualidad, por lo que no estaría mal que algún órgano del Estado Mayor Conjunto de las FF.AA. analice este escenario y haga una propuesta con las posibles medidas de mitigación.
  2. Lo mismo puede predicarse para el Sistema Nacional para la Gestión Integral del Riesgo (SINAGIR) con especial asesoramiento de la Comisión Nacional de Energía Atómica.
  3. La Argentina tiene que incrementar y mejorar la producción, el transporte y sus capacidades de exportación de los insumos que pasarían a ser críticos, tales como los alimentos y los combustibles en todas sus formas.

Porque, como lo decimos siempre, somos optimistas en la actitud pero pesimistas a la hora de elegir los escenarios, ya que quienes se preparan para lo peor enfrentan mejor lo menos malo.

 

El Doctor Emilio Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.