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El país donde se vive a los saltos

El sobresalto constante de no saber cómo va a terminar esto configura una vida de incertidumbre que ya es parte de nuestra existencia

27 de noviembre, 2022 - 12:47

Por diferentes motivos muchos están pendientes de cómo le vaya a la Selección argentina en Qatar.

En el Gobierno nacional sueñan con que la gente se va a poner contenta y no se va a fijar tanto en lo mal que la está pasando más de la mitad de la población. 

Pero no es así, una cosa es el festejo y otra es volver a la misma casa, con las mismas carencias y las mismas necesidades.

Es innegable el derecho a un breve recreo que necesita el castigado ánimo da tantas familias, más aún si la pausa de alegría se prolonga en siete partidos y con un final feliz.

Ahí sí estamos todos juntos y sin grieta. O más o menos, porque la estupidez humana todo lo puede invadir hasta el punto de pretender vincular a Macri a la derrota con Arabia Saudita.

De la postración afectiva a la euforia en unos pocos días es la constante nacional desde hace décadas, aclarando que al final de cada ciclo siempre hemos quedado más abajo que de donde empezamos. 

Hace 20 años el país pasaba por uno de los peores momentos de la historia que se creía que no se iba a superar.

Mundial de Japón-Corea del Sur de por medio, esa vez se sumó la frustración deportiva y se empezó a ascender desde lo que creíamos que era el fondo.

Este 2022, sin dudarlo, la Argentina está peor, aunque se vuelva con la Copa FIFA a Buenos Aires. 

No está de más recordarlo: casi 50% de pobreza, a punto de llegar al 100% anual de inflación, el desempleo encubierto por los planes y la forma de medirlo y la violencia delictiva que está asolando a casi todas las grandes ciudades del país.

Pero arriba, allá arriba, en el Olimpo de la política nacional, todo parece ser diferente. 

Una señora que detenta el poder político real en el frente oficialista, casi a la manera de los ayatolas iraníes, sin cuya aprobación nada funciona, solo se enfrasca en salvar su pellejo expuesto ante la Justicia y ahora se encarama como alternativa electoral para lograr el cambio que el país necesita. 

O sea, que la Argentina que se iba a poner de pie en 2019 sigue de rodillas tras el trienio de un gobierno que la misma señora engendró. Y ahora sí, cuando vuelva ella -en realidad no se ha ido, pero hace parecer que sí- las cosas van a mejorar y el pueblo volverá a ser feliz. 

Al menos eso es lo que la única figura visible del Frente de Todos ha comenzado a difundir en una clarísima campaña electoral ante la total falta de aspirantes que le puedan hacer frente. 

Lo que no se aclara aún es cuál es el cargo al que aspira la señora: la presidencia de la Nación o una senaduría nacional por la provincia de Buenos Aires.

También arriba, en el Olimpo, están los que aspiran a que los votantes vuelvan a confiar en ellos y prometen que ahora sí van a transformar a la Argentina de una vez por todas.

Achicando el Estado, poniendo a todo el mundo a trabajar, cortando de cuajo los subsidios o derribando al capitalismo y entregándole el manejo de la economía a un idealizado pueblo trabajador.

Mientras la frase hipócrita de que es muy pronto para candidaturas es esgrimida por la mayoría, abundan los codazos para encaramarse como el candidato indicado. 

En el caso de Juntos por el Cambio la superabundancia de candidatos diluye las posibilidades, confunde al electorado y no deja traslucir un proyecto de gobierno creíble y capaz de mejorarle la vida a los argentinos.

Mientras tanto, otro año más se está yendo, aunque acá los ciclos del tiempo son otros, se miden de otra manera.

La unidad mínima es la diferencia entre el dólar blue de ayer y el de hoy, después está el lapso entre el cobro de dos salarios o jubilaciones consecutivas y por último el plazo impreciso en el que se conseguirá otra inyección de fondos del exterior o una nueva emisión de pesos sin respaldo.

Los partidos que se pierden y se ganan, las alzas y bajas de los números que rigen nuestra vida y el sobresalto constante de no saber cómo va a terminar esto o cómo vamos a llegar a fin de año,configura una vida de incertidumbre que ya es parte de nuestra existencia.