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El fútbol: ¿nuevo modelo para nuestra comunidad?

La Copa del mundo saca a la luz que el técnico Lionel Scaloni y el presidente de la AFA, Chiqui Tapia, nos muestran un liderazgo centrado en el bien común del grupo, en pos de un objetivo superior. Muy diferente del que nos dan nuestros políticos y otros dirigentes con sus conductas basadas en criterios individuales, en el egoísmo y los logros personales

Por Redacción

23 de diciembre, 2022 - 07:56

Nunca he sido lo que se denomina, entre nosotros, una persona futbolera. Sin embargo, con los años he aprendido a reconocer lo que me dijera en su momento un viejo profesor de Educación Física en el Liceo Militar General Espejo: “Ningún argentino puede estar ajeno a la atracción del fútbol, mucho menos uno que pretenda ser un conductor militar o civil”.

Todos estos años me he preguntado si esto es así, y en varias oportunidades he estado a punto de comprobar o de desechar esta hipótesis. La primera de ellas fue en 1978, cuando nuestro país ganó su primera Copa del mundo. Por supuesto, como todos sabemos, y más allá de la profunda alegría que su obtención nos trajo, la misma había sido organizada por un gobierno dictatorial.

La segunda de ellas, como puede deducirse, fue el Mundial de México de 1986 y, en cual, si bien gobernaba un demócrata, la situación general del país no era buena. Y desde lo deportivo se entronizó a una persona, en algunos aspectos discutible, como Diego Maradona y que –para colmo de los males deportivos– había hecho un gol con la mano.

Finalmente, la tercera parece que será la vencida. Ya que no tengo nada que objetar a este triunfo futbolero, o al menos eso surge a primera vista. Aunque no todos estén de acuerdo. Vemos:

- Primero: la Argentina fue el único país que jugó sin jugadores nacionalizados nacidos en otras tierras.

- Segundo: su postura cultural respetó nuestra propia identidad futbolera y cultural y no se sometió a lo woke o lo “políticamente correcto”. Por el contrario, hizo gala de valores como la Patria y la familia.

- Tercero: reivindicó glorias pasadas como la de Maradona y Kempes, no hizo diferencias al respecto.

- Y cuarto, y más importante, reivindicó la causa nacional de Malvinas. Como era obvio, todo ello no les gustó a todos. Aunque varios adversarios tuvieron la grandeza de reconocerlo.

Pero creo que mucho más relevantes a estas cuestiones, más o menos externas, fue que todo se hizo desde la conformación de un equipo que hizo del sano liderazgo su premisa principal.

Al respecto, siempre se ha sabido y admitido que varios deportes imitan y, de alguna manera, forman y preparan a sus participantes para las pruebas de la vida. Lo que no es poco en varios sentidos.

Llegado a este punto, creo que no deberíamos cometer el muy elegante error de despreciar a los deportes como meros juegos. No es casual por estos días mundialistas, por ejemplo, la ola de simpatía que ha despertado nuestra Selección nacional y nuestro país en lugares tan lejanos como Japón o Bangladesh. Lo que ya lo explicamos en un artículo anterior, el del ‘softpower’ argentino.

Por su parte, un deporte de conjunto como el fútbol, por excelencia, simula y prepara a sus participantes para los avatares de la vida social; no ya en forma aislada e individual, sino en grupo. Lo hacen apelando a un set de reglas, a los efectos de limitar las capacidades humanas que se pueden desplegar, con el fin de regular el nivel de violencia que se puede usar. Pero, la idea es que quienes lo practiquen comprendan una verdad esencial de las organizaciones sociales: el equipo está siempre por sobre el individuo.

Por ejemplo, cualquier referente social que hoy afirmara que sería bueno usar el fútbol y otros deportes de contacto para sacar a los jóvenes de la calle, para llevarlos a trabajar, recibiría una ola de desaprobación. En parte, esto se ha debido a la elevación creciente de la escolaridad obligatoria. Y que, como sabemos, hoy exige el Nivel Secundario completo. Lo que no les ha facilitado a los jóvenes que lo terminan obtener un trabajo, como tampoco ha impedido los altos niveles de deserción escolar.

Para los antiguos, educar era hacerlo para el dominio de sí mismo. A lo que llamaban como el logro del “señorío interior”, uno que es el producto de una necesaria subordinación interior de las facultades inferiores a las superiores de la persona, donde lo meramente sensitivo-animal pueda ser conducido por la voluntad iluminada por la inteligencia. Esta subordinación vital no se obtiene sino mediante la verdadera educación. Entendida ésta como una sujeción de lo que hay de inferior a lo que tiene de superior la persona, mediante la adquisición de las virtudes necesarias para ello.

Al respecto, los griegos tenían el concepto de ‘paideia’ (formación) y los romanos el de ‘humanitas’ (cultura, educación) que era entendida como el proceso de crianza de los niños y por el cual se le transmitían valores (saber ser) y saberes técnicos (saber hacer) inherentes a su vida en comunidad. Como tal, su currícula de la paideia, no solo incluía saberes teóricos como la Geometría, la Gramática, la Retórica y la Filosofía. Abarcaba la parte física del individuo, ya que los adolescentes varones debían concurrir al gimnasio para practicar las que serían hoy las disciplinas atléticas. También, practicaban el orden cerrado de la falange para aprender a trabajar en grupo.

Hasta acá lo táctico, es decir, los que deberíamos enseñar a nuestros jugadores. Pero, ¿cómo deberíamos educar a nuestros conductores, es decir a nuestros DT?

En este último sentido, el técnico Lionel Scaloni y el presidente de la AFA, Chiqui Tapia nos muestran un liderazgo centrado en el bien común del grupo en pos de un objetivo superior. Muy diferente del que nos dan testimonio nuestros políticos y otros dirigentes a diario con sus conductas más basadas en criterios individuales, en el egoísmo y en los logros personales.

En este último sentido, ha quedado demostrado, una vez más, que un león al frente de veinte perros es mucho mejor que lo contrario. Los argentinos tenemos la gracia de Dios de haber disfrutado la bondad de un león conduciendo a veinte leones. Para no olvidar y sentirse orgulloso.

 

El Doctor Emilio Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.