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Británicos en la Maestranza del Ejército de los Andes

Varios de los soldados hechos prisioneros en las invasiones inglesas participaron en la fabricación de elementos esenciales para las tropas del General San Martín

05 de junio, 2023 - 08:30

Para muchos, la Maestranza del Ejército de los Andes está vinculada directamente con el fraile llamado Luis Beltrán, quien con gran heroísmo y determinación fundió cañones y otras armas en las recordadas bóvedas de Uspallata con el objetivo de darle a aquel Ejército el elemento vital para ganar batallas en la epopéyica gesta sanmartiniana.

Lo cierto es que Beltrán ni fundió cañones en las bóvedas de Uspallata ni fue el alma mater de la artillería en esa campaña. Pero nadie puede negar que tuvo a cargo la dirección de la Maestranza, una dependencia que simplemente hacía piezas y otros elementos para reparar las armas, pero cumplió con un papel fundamental en la gesta sanmartiniana.

Lo que muchos no conocen es que en aquel ramo —como se le llamaba en esos tiempos— fueron empleados varios extranjeros de origen británico que trabajaron desde 1815 a 1817, y algunos inclusive partieron hacia Chile. Entre ellos había varios ingleses e irlandeses que se habían radicado en Mendoza con el fin de tener una vida tranquila en lo más remoto del mundo.

 

El Gobernador se defiende

A los 25 días de asumir el gobernador intendente de Cuyo, José de San Martín, se produjo en octubre de 1814 la pérdida por parte de los patriotas del territorio chileno, luego del desastre de Rancagua. En días posteriores comenzó el éxodo de más de 500 personas de ese país hacia la provincia de Mendoza, entre ellos el teniente Luis Beltrán, Juan José Paso y Juan Gregorio de las Heras.

Inmediatamente después de estos sucesos, el coronel mayor San Martín planeó una estrategia defensiva ante el inminente peligro de invasión a la capital cuyana por parte del ejército realista.

Ante la difícil situación, reorganizó las milicias, solicitó refuerzos a Buenos Aires y posteriormente formó, con el resto del cuerpo de los Auxiliares de los Andes, el Batallón de Infantería de Línea Nº11.

Ante la problemática, el director Supremo Gervasio de Posadas envió desde Buenos Aires tropas y pertrechos. A causa del asentamiento de esta guarnición en el territorio mendocino, comenzó a funcionar la Maestranza, uno de los ramos de la artillería, en la que se encontraban otras dependencias menores que suministraron apoyo logístico al Ejército. Estas fueron la armería, la fábrica de pólvora y salitre y la fundición de balas. Cada una fue administrada por un encargado, aunque todas dependieron directamente del comandante general de esa arma, el teniente coronel Pedro Regalado de la Plaza.

En tanto, para la función de la Maestranza se designó al entonces teniente Luis Beltrán.

En esa dependencia se elaboraron varios productos de repuestos y útiles para el Ejército, sin olvidar las innumerables reparaciones edilicias que fueron realizadas.

La Maestranza estaba compuesta por varias secciones, entre las que se encontraban la carpintería, tornería, herrería, hojalatería, carrocería, talabartería, zapatería, fuelleros y rienderos. Esas secciones funcionaban permanentemente, mientas que las de albañilería, pinturería, cohetería, de aparejos y platería lo hacía temporalmente.

Junto con estas corporaciones, trabajaba un grupo de soldados que se dedicaban principalmente a la elaboración de municiones.

Fray Luis Beltrán estuvo a cargo de la provisión de elementos básicos para el cruce

 

Ingleses e irlandeses en lo de Beltrán

En aquellos días, trabajó en ese ramo un grupo obreros oriundos del Reino Unido, quienes se habían radicado en suelo mendocino desde 1809 y se insertaron en la sociedad mendocina.

Se sabe que después de las invasiones británicas al Río de la Plata, más de 1.300 prisioneros del Reino Unido fueron distribuidos en las provincias del interior, como Buenos Aires, Córdoba, Tucumán, Santiago del Estero, Salta, Catamarca, La Rioja, San Juan, San Luis y Mendoza. En esta última se recibieron 264 prisioneros que se alojaron en distintos lugares del territorio local. A los más rebeldes se los envió a las dos importantes fortificaciones que existían en ese entonces: San Carlos y San Rafael, y los demás partieron a la finca de Telles Meneses, en Luján de Cuyo, y en su mayoría se establecieron en la ciudad capital.

Estos detenidos formaron parte del Regimiento Highlanders de Infantería N° 71, que se rindió ante las fuerzas de Santiago de Liniers el 12 de agosto de 1806.

Por más de dos años estuvieron en Mendoza, y luego del armisticio producido en enero de 1809 entre la Junta Central de Sevilla de España y la Corona Británica, un gran número de los excombatientes del mencionado regimiento regresó a su país. Otros en cambio, optaron por radicarse en el suelo mendocino, aceptaron convertirse al catolicismo y adoptaron, inclusive, nombres y apellidos españoles. Tal es el caso Julián Leal, José Morales, Juan Antonio Ro (Roo), Pedro Juan Martínez y el zapatero Santiago Fernández.

Durante 1810, algunos de ellos participaron en los tumultuosos días que siguieron al 25 de mayo, y cuando el gobernador José de San Martín llegó a Cuyo en septiembre de 1814, fueron los que meses después propondrán al mandatario la creación de la compañía de milicias Cazadores Ingleses –a cargo de la cual estará el capitán Juan Young– para defender la ciudad de Mendoza. Varios de estos milicianos serán contratados por el Estado para la Maestranza de Beltrán.

Entre ellos se encontraba el maestro de herrería Julián Leal, quien había nacido en Irlanda en 1785, se casó con doña Petronila Puebla en la iglesia de la Merced el 2 de noviembre de 1814 y residió en el cuartel 4to. de la ciudad de Mendoza. Tuvo varios hijos y finalmente falleció el 13 de setiembre de 1825.

Otro de los maestros fue José Morales, nacido en Inglaterra en 1785, casado con María del Carmen Céspedes–quien era viuda de otro británico, llamado José Antonio Ro– en la iglesia de la Merced el 3 de noviembre de 1818.

Para conocer a otro de los trabajadores anglosajones de la maestranza evocaremos a don José Antonio Ro (Roo), que había nacido en 1784 y al llegar a Mendoza se estableció, como muchos de esos exprisioneros, en la localidad de San Vicente del Ferrer –actual departamento de Godoy Cruz– para luego convertirse del protestantismo al catolicismo, en la iglesia de ese lugar, el 21 de mayo de 1809. Posteriormente se casó con doña María del Carmen en la ciudad de Mendoza el 17 de julio de 1810.

Ro tuvo un interesante desempeñó en la Maestranza del teniente Beltrán y su muerte se produjo mientras estaba en actividad en esa dependencia el 30 de agosto de 1816.

Entre los exprisioneros también estaba don Pedro Juan Martínez, un oficial herrero oriundo de Irlanda, donde había nacido en 1789. Por ser católico no tuvo que convertirse, pero no se sabe a ciencia cierta quién españolizó su nombre y apellido.

Durante la marcha del Ejército de los Andes, fue uno de los integrantes de este ramo que realizó el cruce por el camino de los Patos, el 24 de enero de 1817, junto a parte de la artillería.

A estos residentes británicos, se le suma el zapatero Santiago Fernández, quien nació en Inglaterra en 1774. De religión anglicana, se convirtió al catolicismo en 1809 y fue uno de los que participaron en las escaramuzas del 28 de junio de 1810 en el cuartel de la Cañada, de la ciudad de Mendoza, durante el reconocimiento de la Primera Junta de gobierno.

Al llegar San Martín a Cuyo, Fernández formó parte de la compañía de milicias de los Cazadores Ingleses y fue contratado junto a otros compatriotas suyos en la Maestranza.

 

El titánico cruce

Cuando el Ejército de los Andes inició la campaña a Chile, la Maestranza partió con el resto de la artillería el 24 de enero de 1817 por el camino de los Patos. El grupo estuvo compuesto por 31 hombres pertenecientes a las secciones de carpintería, herrería, hojalatería, talabartería, tornería, zapatería y riendería, y muchos de ellos fueron incorporados por primera vez a este servicio.

A fines de febrero de 1817, estos trabajadores se establecieron en Santiago de Chile, donde formaron parte de la nueva Maestranza a cargo del Capitán Luis Beltrán y la mayoría de ellos se radicaron temporalmente en territorio chileno.

Por todo esto, los mendocinos no debemos olvidar a aquellos artesanos extranjeros que, olvidados por la historia, aportaron su esfuerzo y colaboración para dar la libertad de tres países.