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Sudán: el fin del régimen dictatorial de Al Bashir

Tras meses de inestabilidad política y protestas populares, el presidente Omar Al Bashir fue detenido por las fuerzas armadas que buscan sentar las bases para un gobierno de transición

16 de abril, 2019 - 14:10

El continente africano siempre ha ocupado un lugar trascendente en la opinión pública internacional debido a su constante inestabilidad política, económica, social y militar. Este mes de abril, el protagonista principal ha sido la República de Sudán producto de un nuevo Golpe de Estado ocurrido el jueves 11 por integrantes del Ejército. Encabezados por el entonces Ministro de Defensa Awad Ibn Ouf, deponen tras 29 años de poder a su presidente Omar Hassam Al Bashir.

La República de Sudán tiene una larga historia de desequilibrio político y militar, consecuencia de dos Guerras Civiles (1955-1971 y 1983-2005). Estas ocasionaron, en el año 1989, un Golpe de Estado encabezado por el entonces brigadier Omar Al Bashir quien terminó autoproclamándose en el año 1993 como Presidente de Sudán;  puesto que desempeñó hasta los acontecimientos ocurridos el 11 de abril del corriente año. Si bien su gobierno era considerado una República Federal Democrática Representativa Presidencialista,  siempre se destacó por su sistema autoritario.

Unos de los acontecimientos más importantes de su gobierno se desarrolló en el año 2005 (fin de la 2da Guerra Civil) cuando, tras la presión internacional, Al Bashir firmó un acuerdo de paz con los rebeldes del sur. Como consecuencia tuvo lugar un referéndum independentista en el año 2011 donde el 99% de los votantes de Sudán del Sur se mostraron a favor de la separación, siendo declarado el Estado de Sudán del Sur seis meses después. Este acontecimiento no aseguró la paz en la región ya que, si bien Al Bashir aceptó dejar ir a Sudán del Sur, su actitud hacia Darfur (Oeste de Sudán) se mantuvo beligerante. El gobierno sudanés presuntamente ha apoyado el uso de milicias árabes yanyauid en guerra de guerrillas en el conflicto de Darfur. Desde ese momento miles de personas han sido desplazadas y asesinadas y la necesidad de ayuda humanitaria en Darfur ha captado la atención de la comunidad internacional. La Corte Penal Internacional (CPI) en los años 2009 y 2010 acusó a Al Bashir por genocidio, crímenes de guerra y de lesa humanidad. Él niega los cargos.

En diciembre de 2018, debido a una crisis económica, se inicia  un intenso malestar en la población después de que el gobierno anunciara recortes a los subsidios sociales, quita de subsidios a los combustibles y al trigo. Sumado a ésto, Sudán ha estado decayendo económicamente durante años, particularmente desde la secesión de Sudán del Sur que privó a Jartum de tres cuartas partes de sus ingresos petroleros. Con una inflación del 72%,  devaluación de la moneda y acusaciones de corrupción, Al Bashir, declaró en febrero de 2019 un estado de emergencia de un año de duración, reorganizando su gabinete y reemplazando a todos los gobernantes estatales con miembros del ejército y las fuerzas  de seguridad y negándose a dar paso a un gobierno de transición.

Al Bashir culpó a Estados Unidos de todos sus males. En el lado opuesto, hay países con intereses propios en el país sudanés: Qatar, respaldo económico de Al Bashir para mantener la construcción de un puerto conjunto en Suakín (mar Rojo); Arabia Saudí, recibe tropas de Sudán para su guerra en Yemen; Egipto, evitar obstáculos en su control del río Nilo; China, quiere mantener su gran alianza comercial en el sector petrolero y, por último, Turquía y Rusia, que también aspiran a tener bases propias en la costa sudanesa.

Las últimas protestas comenzaron desde el fin de semana del 5 al 8 abril con una sentada en la sede del Ejército de Sudán, unido a los vientos favorables que soplaban desde Argelia que llevaron a la renuncia del presidente Abdelaziz Buteflika. Al menos cinco personas murieron en la capital en Jartum, sumándose a un larga lista de 38 muertos y miles de detenidos por esta situación. El 10 de abril, la policía sudanesa anunció su rechazo a reprimir por la fuerza a los miles de manifestantes que llevan ya cinco días concentrados. El ejército se puso al lado del pueblo expresando que no iba participar en la represión contra la población civil. En las primeras horas de la mañana del 11 de abril, vehículos militares ingresaron en el complejo militar donde se encontraba la residencia del presidente de Sudán Omar al Bashir quien, después de 30 años en el poder, fue derrocado y arrestado. Horas más tarde, el Ministro de Defensa del país africano, Awad Ibn Ouf, acompañado por un grupo de militares, ingresó al edificio de la cadena estatal de radio y televisión Sudán TV en Omdurman, ciudad satélite de la capital sudanesa, para emitir el anuncio al pueblo.​ En una alocución televisiva, el Ministro informó que el ejército ha conformado un “Consejo Militar de Transición” y ha decidido tomar el control del país durante un periodo de dos años al que seguirá una convocatoria a elecciones. También indicó que se ha declarado un estado de emergencia en todo Sudán que se extenderá por 90 días. Awad Ibn Ouf recalcó que la Constitución del país ha sido suspendida, los puestos fronterizos permanecen clausurados hasta nuevo aviso y el espacio aéreo estará también cerrado por 24 horas.

Al comienzo del viernes 12 de abril, el ministro de Defensa, Ahmed Awad Ibn Auf, anunció su renuncia al consejo en la televisión estatal y nombró el general Abdulfettah Al Burhan, quien se juramentó como el nuevo jefe del Consejo Militar de Transición en Jartum, capital sudanesa. La medida se produjo menos de 24 horas después de que el ejército tomó el poder en Sudán.

Pese a este Golpe de Estado, las manifestaciones no han cesado en todo el territorio nacional ya que sus habitantes se encuentran expectantes y confusos, expresando que no quieren reemplazar un régimen autoritario con otro. Los efectos en la población son compartimentados ya que, mientras las multitudes celebran la caída del régimen de Al Bashir, también hay temor e incertidumbre acerca del futuro del país. Es difícil vaticinar cómo maniobrará la nueva cúpula, pero es importante que Sudan revierta la violencia causada y trace una nueva ruta para el futuro del país.

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