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Una crisis de no acabar

Días agitados se viven una vez más en Venezuela

08 de enero, 2019 - 18:43

El primer viernes de enero, el grupo encargado de velar por una solución pacífica a la crisis venezolana, el llamado Grupo de Lima le pidió al presidente Maduro que se abstuviera de asumir su nuevo mandato en el Ejecutivo y transfiriera el poder al Parlamento hasta que se pudiesen realizarse elecciones democráticas bajo veedores internacionales.

El 20 de mayo pasado se llevaron a cabo las elecciones presidenciales, en las mismas fue reelecto Nicolas Maduro en comicios que fueron tildados de fraude por la oposición y desconocidos por La Unión Europea y los Estados Unidos.

El pasado sábado 5 de enero se inició un nuevo ciclo en el Parlamento, asumiendo Juan Guaidó como nuevo presidente. El principal exponente de la oposición declaró en su discurso de asunción y apertura parlamentaria que el primer mandatario actuaría como un usurpador una vez que inicie su próximo período tras jurar el próximo 10 de enero. Este nuevo ciclo duraría hasta el año 2025, y es por eso, que desde la Asamblea Nacional, los legisladores opositores, se comprometieron a generar condiciones para lograr un gobierno de transición y, de esa forma, llamar a las urnas lo más antes posible.

Por su parte, y como era de esperarse, Nicolas Maduro se expresó en contra de los dichos contra él, dando a entender que Guaidó es solo un títere de los “gringos”. Además, se pronunció contra la bancada opositora después que se suscitara un incidente con la República de Guyana por la interceptación de buques mercantes de una empresa transnacional de los Estados Unidos que se hallaban navegando  en el área marítima colindante que está dentro del  litigio por la Región del Esequibo. Un diferendo limítrofe de data histórica entre ambos países por la soberanía de dicha zona que actualmente se encuentra bajo control territorial de Guyana y que desde 2015 ha sido la desencadenante de momentos álgidos de tensión entre ambos Estados. A tal punto, que el fallecido Hugo Chávez así como el actual mandatario han amenazado con una intervención militar por parte de Caracas si se intensificara la explotación de los abundantes recursos en petróleo y biosfera de los que goza dicha región y que ya se encuentran bajo el interés de la Exxon Móbil y otras compañías respectivamente; agregando que a efectos de “posibles consecuencias agravadas”, estos emprendimientos extractivos son, casi por completo, de bandera estadounidense.

El excanciller de Relaciones Exteriores del país bolivariano sabe que la mayoría opositora en la Asamblea legislativa de su país representa prácticamente la única amenaza real a un ejercicio de poder absoluto y que si no debilita los alcances de los diputados rivales podría tomar un mayor empuje las iniciativas de destitución como Presidente del país. He aquí sus expresiones atiborradas de verborragia para con la Asamblea Nacional, acusándolos de “entregar el mar territorial a Guyana”, y tildándolos de traidores a la patria.

Como era de esperarse, los Estados Unidos también se pronunciaron ante esta situación, expresando que la Asamblea Nacional es la única institución legítima de Venezuela. Además, instó a que cada nación debe tomar acciones fuertes para ayudar al pueblo de Venezuela a recuperar su democracia.

Ya son muchos los años de conflictos en el Estado venezolano. Actualmente el nuevo presidente del Parlamento les pidió apoyo institucional a las fuerzas armadas, aunque, comprende que las mismas están del lado de Maduro. El nuevo período gubernamental que esta por comenzar en Venezuela no es un tema menor para la región.

Una vez más, la soberanía de un país que comienza por la potestad de ejercerla con libertad por parte de cada uno de sus ciudadanos está en juego, un juego ideológico y confrontativo que ya lleva dos décadas, que ha provocado la partida de más de 3 millones de venezolanos de sus hogares para desperdigarse por Sudamérica buscando un nuevo porvenir , un escenario de desestabilización que alarmantemente ya “se lo ve como normal” en el vecindario latinoamericano pero que si no se lo contiene puede convertirse en epidemia y enfermar a las naciones vecinas más próximas.