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‘1985’ o ‘1982’

Quizás sea el momento de producir algunos filmes referidos a la epopeya de nuestros héroes de Malvinas estilo ‘Top Gun’ o ‘Rambo’, con algo de mito como cualquier obra artística pero sin ideología de ningún tipo

17 de marzo, 2023 - 07:37

Los premios Oscar, como sabemos, son considerados como uno de los galardones más prestigiosos del mundo del cine. Desde su creación en 1929, han reconocido a los mejores actores, directores, guionistas y técnicos de la industria del cine, y son entregados en una ceremonia que es un acontecimiento en sí mismo.

La idea de crearlos fue concebida por Louis B. Mayer, uno de los megamillonarios a cargo de la famosa Metro- Goldwyn-Mayer (la del león). Para llevar a cabo su idea, se asoció con otros líderes de la industria del cine y juntos crearon la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, una organización que se encargaría de seleccionar y premiar a los mejores profesionales del cine. La primera ceremonia de los premios Oscar se celebró el 16 de mayo de 1929 en el hotel Roosevelt, de Hollywood, y se entregaron en 12 categorías.

Esa primera gala fue presentada por el actor de moda de esa época, Douglas Fairbanks, y asistieron 270 invitados. Le tocó a William Wellman, en su carácter de director del filme mudo Wings, recibir el premio a la mejor película, mientras que Emil Jannings y Janet Gaynor fueron nombrados Mejor Actor y Mejor Actriz, respectivamente.

Desde entonces se han convertido en una ceremonia anual que celebra lo mejor del cine. Con el paso del tiempo, la celebración se ha expandido para incluir más categorías y ha evolucionado para reflejar los cambios en la industria del cine y la sociedad en general.

Quien crea que lo relatado hasta aquí está sólo vinculado a la frivolidad propia del mundo del espectáculo, se equivoca feo. La industria del cine, en general, y los Oscar que entrega su Meca, Hollywood, conforman un hecho político y hasta geopolítico por excelencia. Mediante éste, los EE.UU. se venden a sí mismos como el único modelo posible de sociedad.

A través de sus películas se transmite el metamensaje de esa superioridad cultural que se expresara, políticamente, en el ‘Destino Manifiesto’, una doctrina que enuncia la creencia expresada por Abraham Lincoln de los Estados Unidos como “la última y mejor esperanza sobre la faz de la Tierra”.

Dejemos la política por el momento y volvamos al mundo del cine, de los Oscar, más precisamente.

Para su última edición, celebrada hace pocos días, muchos argentinos esperaban el tercer Oscar si la película Argentina, 1985 ganaba la codiciada estatuilla. El filme había sido producido y dirigido por Santiago Mitre y su guión fue escrito por el mismo Mitre y Mariano Llinás.

Fue protagonizado por Ricardo Darín, Peter Lanzani, Alejandra Flechner y Norman Briski, y relata el caso real de la tarea del fiscal Julio César Strassera y su equipo, en el célebre Juicio a las Juntas que habían instalado un régimen de terrorismo de Estado con miles de desaparecidos y torturados durante la última dictadura que gobernó Argentina desde 1976 hasta 1983.

La cosa venía bien, ya que en la 79ª edición del Festival Internacional de Cine de Venecia ganó el premio FIPRESCI a la mejor película. Días después, obtuvo el premio del público en la 70ª edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián y fue nombrada una de las cinco mejores películas internacionales del 2022, ganadora en los Premios Globos de Oro en la categoría de mejor película en lengua no inglesa.

Pero no obtuvo el codiciado Oscar. Parece que no alcanzó, ya que el galardón a la mejor película extranjera se lo llevó la alemana Sin novedad en el frente, basada en la novela homónima de Erich Maria Remarque de 1929.

La misma aborda la historia del joven alemán Paul Bäumer (Kammerer) que se alista junto con su grupo de amigos y sin el permiso de sus padres, para combatir en la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, prontamente el entusiasmo y el patriotismo con los que emprenden su viaje se esfuman al enfrentarse con la realidad de las glorias y las miserias de la guerra de trincheras de los campos del norte de Francia.

Casi en forma simultánea a Argentina, 1985, se estrenó otra película que, casualmente, también lleva el número de un año en su título. Se trata de 1982, que es un documental coproducción de Argentina y Brasil y fue dirigido por Lucas Gallo sobre su propio guion escrito en colaboración con Guido Segal, y que se estrenó el 1 de abril de 2021.

El contexto de la misma estuvo dado por imágenes de archivo provenientes de la televisión pública, con fragmentos de los programas 60 Minutos y 24 Horas por Malvinasdel canal oficial de televisión y con otros materiales que resumen la campaña de propaganda del gobierno argentino durante la Guerra de las Malvinas.

Pero el tema central son testimonios aportados por veteranos de la confrontación.

La misma no ganó ningún premio pero fue muy bien recibida por el público argentino, especialmente por los más jóvenes, pues se alejaba del mensaje plañidero y llorón de otras películas argentinas que habían tratado el tema Malvinas con anterioridad, como Iluminados por el fuego.

Saliendo del cine y volviendo a la política, empezamos recordando que nuestra industria fílmica está entre las más desarrolladas de la lengua castellana. Una lengua que hablan unos 600 millones de personas en los cinco continentes y que contiene gente tan diversa como los mexicanos que residen en los EE.UU. hasta los africanos de Guinea Ecuatorial, pasando por casi toda la América del Sur. Además del plus de una relativamente fácil comprensión por parte de los hablantes del portugués y del tagalo filipino.

Más concretamente, en 1942 Argentina empezó a ser cuestionada por los Estados Unidos debido a su posición neutral en la Segunda Guerra Mundial, por lo que fuimos sancionados al prohibir ese país la venta de película virgen. Hacia 1944, y ante la falta de materia prima, la denominada “industria del celuloide” nacional estaba herida de muerte y la mexicana, con su buena relación con los EE.UU. y sus buenos productos, desplazaría a la nuestra.

Pese al boicot, en esos años se logró producir 58 películas, todo un récord merced al apoyo estatal. Algunas de las grandes películas de la década fueron Historia de una noche (1941) y La dama duende (1945), ambas de Luis Saslavsky; La Guerra Gaucha (1942) y Malambo (1945), de Lucas Demare y Hugo Fregonese; Pelota de trapo (1948) y Crimen de Oribe (1950), de Leopoldo Torre Nilsson, y Las aguas bajan turbias (1952), de Hugo del Carril.

Con el paso de los años se cortaron los créditos estatales y el cine argentino terminó de decaer casi totalmente. Hasta épocas más recientes, cuando los créditos volvieron, pero lamentablemente orientados por una agenda ideológica a la par de tendenciosa y aburrida. Con ello se cometieron dos errores al precio de uno, porque la tarea del buen cine es entretener, no aleccionar.

Para terminar, me pregunto si podríamos, por ejemplo, hacer nuestra Top Gun con el ataque al destructor británico Sheffield por parte de nuestra aviación de caza o una saga tipo Rambo con las incursiones de nuestros comandos en Malvinas.

En ese sentido, las películas, como todas las expresiones artísticas, no lidian con la realidad sino con nuestros mitos, los que son mucho más poderosos que cualquier relato histórico. Por ello no es casual, por ejemplo, que los EE.UU., que han sido derrotados sobre el terreno, salgan victoriosos en la pantalla de plata.

 

El Doctor Emilio Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.