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Geopolítica de los gasoductos

Como ya sabemos, el mundo enfrenta una grave crisis energética y la Argentina dispone de grandes reservas de gas natural y del no convencional que nos podría dar la oportunidad de dejar de comprarles a nuestros vecinos y también exportar. Pero para eso es necesario contar con una política de Estado que deje atrás divergencias inútiles

10 de junio, 2022 - 07:42

Las cifras de la encuesta mundial de Pipeline and Gas Journal indican que unos 190 mil kilómetros de gasoductos están planificados y en construcción en todo el mundo en estos momentos. Como tales, no son simplemente un elemento de comercio, ya que también se relacionan con cuestiones de geopolítica y de seguridad nacional e internacional dado que su construcción y control, frecuentemente, ocupa un lugar destacado en los intereses y en las acciones concretas de varios Estados y megacorporaciones.

Un ejemplo notable de política estatal para con los gasoductos se demuestra con lo que ocurrió hace poco con el tendido de Nord Stream 2, con el que se pretendía llevar gas ruso a Europa.

La primera línea se completó en junio de 2021 y la segunda en septiembre de 2021, lo que le otorgaba una capacidad anual total de 55 mil millones de metros cúbicos (m³) de gas ruso que podrían ser entregados a varios países europeos sin la necesidad de atravesar el territorio de Ucrania.

Pero en mayo del 2021, la administración estadounidense de Joe Biden sancionó a la empresa Nordstream AG, por lo que en febrero de 2022 el canciller de Alemania, Olaf Scholz, le quitó la aprobación a la obra ya terminada del Nord Stream 2. Por esto, pese a estar lista para abastecer no será utilizada.

Salvando las distancias, en los últimos días los argentinos hemos sido testigos de una controversia respecto de la marcha del gasoducto Néstor Kirchner a construirse en dos etapas. La primera, cuya finalización se estima para el invierno de 2024, conectará el parque industrial Tratayen –emplazado en el corazón de Vaca Muerta– con la ciudad bonaerense de Salliqueló, cubriendo una distancia de 558 kilómetros y expandiendo el suministro de gas en 22 millones de m3/día a usuarios y usinas del AMBA, además de reemplazar importaciones de combustibles.

Mediante una extensión de 467 kilómetros, la segunda etapa permitirá llegar con gas natural a San Jerónimo (sur de la provincia de Santa Fe), sumando otros 17 millones de m3/día y abriendo la posibilidad de abastecer a grandes sitios urbanos e industriales del centro y norte del país, como así también la oportunidad de exportar los excedentes a Brasil y a Chile.

 

Antecedentes históricos

A los efectos de hacer muy corta una historia larga, podemos recordar que el primer gasoducto argentino fue construido por la empresa estatal Gas del Estado en 1949 para llevar gas desde Comodoro Rivadavia (Chubut) a Llavallol (Buenos Aires).

A éste le siguieron diez más si contamos sus respectivas ampliaciones, siendo el último en 1990 y que unía a la ciudad de Santa Fe (Santa Fe) con la de Paraná (Entre Ríos), con la particularidad de tener que realizar el cruce del río Paraná.

Los grandes gasoductos troncales dejaron de construirse a partir de la desaparición de Gas del Estado durante la gestión del presidente Carlos Menem y la privatización de los servicios de distribución. Durante ese periodo, sólo se construyó un gasoducto de exportación a Chile, que pronto dejó de abastecer por falta de gas, mientras que las provincias argentinas de Chaco, Formosa y Misiones quedaron sin ser conectadas al preciado gas natural.

En reemplazo de Gas del Estado fue creado el Ente Nacional Regulador del Gas (ENARGAS), que es un organismo autárquico en el ámbito del Ministerio de Desarrollo Productivo y tiene por misión regular el transporte y distribución del gas natural.

Posteriormente, un reporte elaborado por un ‘think tank’ argentino -el Observatorio de la Energía, Tecnología e Infraestructura para el Desarrollodemostró en 2016 que el incremento en las tarifas y la desregulación del sector hidrocarburífero no estuvieron acompañados por una expansión en la cobertura de la red de gas.

Se decidió, entonces, un cambio de política que ha venido tratando, con altibajos, de revertir la tendencia y dotar a la Argentina de los gasoductos necesarios, no solo para abastecer a su consumo interno, sino también abrir la posibilidad de exportar al fluido a los países limítrofes, especialmente luego del descubrimiento y explotación inicial del yacimiento de Vaca Muerta, a la sazón, el segundo más grande del mundo en gas no convencional.

En el ínterin, merecen mención especial los siguientes gasoductos construidos:

–El Juana Azurduy, un gasoducto binacional que une la localidad de Campo Margarita (departamento de Tarija, Bolivia) con la de Campo Durán (Provincia de Salta, Argentina). La obra fue terminada en 2011.

–El Transmagallánico I y II, dos gasoductos de 37,7 kilómetros de extensión que unen el Cabo Espíritu Santo de la Isla Grande de la provincia de Tierra del Fuego con el Cabo Vírgenes, en el sur de Santa Cruz, que incluye un tendido submarino. Esta obra fue terminada en 2010.

También ameritan ser mencionados los gasoductos proyectados por el proyecto del Sistema de Gasoductos Transport.Ar, que es un sistema de gasoductos con el que se pretende incrementar la producción nacional y disminuir las importaciones, en particular, las que provienen de Bolivia.

De lo que se trata es de extender la red desde las regiones productoras hasta la periferia del país a fin de revertir el flujo energético y no solo dejar de comprarles a los vecinos sino exportar gas.

Comprende obras que refuerzan el Gasoducto San Martín para aumentar la capacidad de transporte del gas de la Cuenca Austral; un nuevo Gasoducto Central, desde Tratayen, pasando por Salliqueló hasta Ramallo o San Jerónimo; la consolidación y la ampliación de la capacidad de transporte hasta Uruguayana; refuerzos en los tramos finales de Gasoducto Mercedes/Cardales; una repotenciación del Gasoducto Noreste Argentino (GNEA) hasta Salta; un gasoducto entre La Mora y Tío Pujio; y la reversión del Gasoducto Norte, que se hará en etapas congruentes con la necesidad de continuar trayendo el gas desde Bolivia.

Sea como sea, y como ya sabemos, el mundo enfrenta una grave crisis energética y la Argentina dispone de grandes reservas, tanto de gas natural como del no convencional, por lo que, más allá de los vaivenes de los cambios de gobierno y de la hoguera de las vanidades que anida en el seno de cada uno de ellos, es necesario disponer de una política de Estado.

Hoy más que nunca.

 

El Doctor Emilio Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.