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Correte que le pega Fóppoli

José Pedro, el cordobés. José Pedro, ídolo y figura en Huracán Las Heras y Deportivo Maipú, lugares en donde dejó la marca de bombazos y festejos de goles. Una charla con el recordado defensor que dejó una huella importante en el fútbol de los años 80

09 de septiembre, 2020 - 20:15

A su modo, cada uno de los maestros Jedi del fútbol argentino demostraron que un jugador nace, pero también se hace. El Flaco Menotti, con su cultura profética, era capaz de convencer a Jorge Olguín que además de número dos, podía romperla como cuatro en el Mundial 78. Y al Pipa Higuain y Quique Hrabina, hacerles sentir que no eran ningunos desclasados futbolísticamente hablando, sino que podían rendir como en el Boca del 87’. 

El Narigón Bilardo, con más pragmatismo que seducción, sostenía hasta las últimas consecuencias al Tata Brown, erigido en figura épica de la final de 1986. Y hasta se daba el lujo de meter tres volantes creativos juntos (Sabella, el Bocha Ponce y Trobbiani) en el Imperio del contraataque que fue el Estudiantes del 82. Todos le daban la razón al célebre doctor.

César Luis, también en su etapa boquense de los 80’, a un tal Musladini le dijo que podía ser un Pichón de Passarella y a Fabián Carrizo, que podía ser un termómetro en el mediocampo. 

Es cierto que la acción de estos dos influencers argentinos podía tener o no sus efectos. Para que ello resultara, ante todo debía haber un futbolista inteligente, predispuesto a abrirse al aprender explorar y entender. 

Se me ocurre que uno de esos jugadores que estuvo abierto al aprendizaje fue Pedro José Fóppoli. Porque si el entonces pibe nacido en Cavanagh, departamento de Marcos Juárez (sur de la provincia de Córdoba, 1900 habitantes) se hubiera quedado con el aquel diagnóstico negativo de un entrenador en Newell’s, no se hubiera reinventado ni hubiera contado el cuento real del defensor que dejó su marca en el fútbol de Mendoza y del ascenso. 

“La verdad es que con Griffa (el coordinador de las inferiores de Newell’s) había un respeto, pero no me quería mucho porque pensaba que yo era muy pesado para el puesto. Esa situación me sirvió para crecer como jugador.  Creo que tuve la caradurez y perseverancia que había que tener para seguir”. 

“Un montón de años después, fui con Huracán de Parque Patricios a Tucumán a enfrentar a Atlético. Fui la figura de ese partido. Griffa estaba en la cancha y cuando termina el partido va al vestuario y me pregunta: ‘¿Fóppoli, se acuerda de mí?’. ‘Sí’, le digo. Y me dice: ‘Lo felicito, está más estilizado, más rápido’.  Eso me sirvió para entender que en el fútbol no hay quedarse con el primer rechazo, por si no jugás en un lado podés jugar en otro lado”.

- ¿Cómo se dio que llegaste a Newell’s?

-Yo había hecho el Babi fútbol en el equipo de mi pueblo. A los 12 años mi viejo me llevó a Corral de Bustos (a 35 kilómetros de Cavanagh). Estuve en el Sporting Club hasta los 17. De ese club también salieron el Cai Aimar, Nicolau, Genaro. Mucha gente de allí termina yéndose a Rosario y ese fue mi caso también. Me fui a probar a Newell's Old Boys, estuve en la cuarta hasta que me tocó el servicio militar. 

“Fue una historia rara porque me vine a Villa Mercedes y bajo bandera jugué para Jorge Newbery. Salimos campeones, pero el torneo del interior lo jugué para Colegiales también como soldado. Cuando terminé la colimba, jugué en la Liga de Canals y regresé al torneo del interior, ya de civil, para jugar en Colegiales de Villa Mercedes. Enfrentamos a un equipo de La Rioja y a San Martín de San Juan, en donde me vieron y me compraron. Salimos campeones, pero perdimos la final para el Nacional del 81, ante Huracán de San Rafael que me llevó a jugar el torneo con ellos”. 

- ¿Qué recuerdos tenés de San Rafael?

-Hermosos. Enfrentamos a Vélez, Independiente de Avellaneda, Platense, Gimnasia de Mendoza. Un lindo equipo en el que estuve con los dos Monos (Olmos y Pollero) que lamentablemente se nos fueron...

-Volvés a San Juan, para jugar en Alianza y al tiempo aparece Huracán Las Heras…

-Exacto. El Loco Fornari, un gran amigo que también se me fue, me habló y no lo dudé.

-Fuiste parte fundamental del inolvidable primer título en el Globo. La gente te recuerda por ello y por aquel apelativo de Foppolazo…

-Síiii, los halagos siempre son lindos. Me pusieron así por un gol que le hice a Gimnasia en la primera final, desde casi mitad de cancha. El arquero era Meca.

“Ese gol quedó en la mente de los hinchas por la espectacularidad, pero también hice jugadas u otros goles importantes. Me acuerdo que habíamos ido a Palmira, teníamos 4 bajas en el equipo titular, la zaga central la hice con Rulli. Hice el gol del triunfo de cabeza, fue un partido tremendo.

“Una vez contra Argentino, Martínez (Félix Orangel) rechazó hacia mitad de cancha y le cayó a Horacio ‘Pichón’ Rodríguez que le pegó por arriba. Empecé a correr hacia el arco vacío y cuando estaba por meterse, casi pegadita al travesaño, me tiré de chilena y la saqué. Creeme que era el gol de Argentino con el que nos quedábamos afuera del cuadrangular final”.

-La final con Gimnasia de 1984, la jugaron con la ropa que usaron los chicos de Godoy Cruz y Talleres en la definición de cuarta división, que se jugó antes.

¿Es cierto que no había calzado para vos?

-Sí, porque yo calzaba 44 y medio. Creo que usé los de Jorge Toledo (jugador del Cervecero). Y con respecto a la ropa, entramos disfrazados (risas). Por eso en la foto previa al partido nos vemos con medias azules y rojas. Era incómodo, pero salimos con ganas de jugar y de revancha. Porque habíamos perdido con Gimnasia en el Apertura y también por lo que significaba salir campeón por primera vez.

 TIEMPOS CRUZADOS

Luego de su etapa en el Globo lasherino (al que volvería a comienzos de los 90’), Pedro Fóppoli llegó al Deportivo Maipú en 1985. Allí el defensor aceptó de buena gana los conceptos de su maestro Jedi en el Cruzado:  José Manuel Ramos Delgado. Varios consejos claves para el puesto; trocar cierta tosquedad en solidez, mantener la vehemencia sin mala intención. Con ello mejoró su condición de futbolista. Y le sirvió tanto a él como a los equipos en los que actuó.

“Con Ramos Delgado entrenábamos mañana y tarde. Era un concepto más profesional, yo empecé a vivir otra cosa más organizada”, cuenta. 

-Saliste campeón también con Maipú. ¿Son comparables las dos alegrías que viviste con camisetas diferentes (Huracán y el Cruzado)? 

- No, ambas las disfruté mucho. Las comparaciones son odiosas, solo te digo que, en Huracán, teníamos un equipo respaldado en la confianza, que mezclaba juventud y experiencia. En Maipú era una forma distinta de ver el fútbol, como te decía mucho más organizado. 

-En Maipú te tocó enfrentar y ser figura en el partido ante Argentino, que había contratado a Racing.

- Sí, ese partido lo jugué con un poco de bronca y necesidad de ganar. Porque Maipú tendría que haber ido directamente al Nacional y tuvimos que jugar un torneo para una Libertadores. Y después porque yo había firmado un precontrato con Racing, pero llegó Fabbri y no me pude quedar. Fue especial para mí. Tuve la suerte de hacer el segundo y el tercer gol; el primero fue de Rogel. Ganamos 3 a 2. Lo llevo siempre conmigo. Ganamos bien porque muchos equipos lo trataron mal a Racing, con juego fuerte y mala intención, pero nosotros lo hicimos jugando bien al fútbol.

-El primer Nacional B de Maipú terminaron peleando el ascenso a Primera.

-Claro, el objetivo era quedar entre los primeros porque así íbamos a tener dos años de tranquilidad con el promedio. Arrancamos bien, pero terminó siendo muy raro todo. Contra Colón en Santa Fe, nos echaron a medio equipo (el árbitro fue Crespi), perdimos 3 a 1. En Mendoza ganamos 1 a 0 pero no alcanzó.

“El equipo mermó un poco en su rendimiento, fue determinante la partida de José Ramos Delgado (se fue a dirigir a Estudiantes de La Plata) en pleno campeonato. Yo creo que si no se hubiese ido por ahí peleamos más arriba o ascendíamos”.

- ¿Les costó entender su salida? 

-Y sí, claro que nos costó, porque estábamos identificados con él, en un ciento por ciento. Se sintió su salida por lo que significaba para el grupo. Por la unión del plantel, por como llevaba el vestuario, por la admiración que le teníamos a un semejante personaje.  Cuando se fue, vinieron grandes profesionales como Dominichi, Acosta, Ramón Cabrero, no hubo grandes problemas, pero lamentablemente se fueron creando dudas y el equipo se cayó un poco.

- ¿Te hablás con los ex compañeros del Cruzado?

-Sí, tenemos un grupo de WhatsApp ¡somos 63! A pesar del tiempo, nos sentimos unidos como cuando jugábamos. 

“Esos años de Maipú fueron brillantes, con jugadores de mucha jerarquía: Roberto Jaime Corro, un crack intratable, Boldrini, Gauto, Scatolaro, el Sergio Scivoletto, Subase, Moreno, Lamolla, Barragán, Rogel, el pichón Rodríguez, Bernio, Silva, el mono Olmos, Zuin, Gazzanigga, Murcia, uff, no quiero olvidarme de ninguno. No digo que todos estaban contentos por ir al banco, pero había un gran ánimo entre los que quedaban afuera y los once titulares.

HURACAN DE PARQUE PATRICIOS

“Mi sueño era jugar en Boca, no pudo ser. Pero bueno, tuve la posibilidad jugar en Huracán de Parque Patricios, que era un poco el sueño de jugar en un grande de AFA”, cuenta Pedro.

-Te tocó enfrentar a tus ex compañeros de Maipú…

-Tal cual. Sufrimos porque Maipú nos ganó en el mismísimo Tomás A. Ducó. No me adapté en un comienzo y terminé mucho mejor en la segunda rueda. Clasificamos al dodecagonal, fuimos eliminados en semifinales por Chaco For Ever. En la ida ganamos 1 a 0 con un gol mío, pero perdimos allá por el mismo marcador, pasaron ellos por mejor colocación en la tabla. Querían que me quedara.

-Pero te fuiste a Colón de Santa Fe.

-Así es. Me sedujo la propuesta. Colón armó un plantel extraordinario, pero tuve la mala suerte de que me entrara una bacteria; estuve en silla de ruedas un tiempo largo con una infección en la cadera. Si pude volver a jugar y no quedar rengo de por vida fue gracias al Doctor Luque. Siempre le estaré agradecido porque acertaron lo que yo tenía. Literalmente me salvaron la pierna.

“Antes de enfermarme me tocó jugar el primer clásico después 7 años entre Unión y Colón, empatamos dos a dos. La pasión con la que se vive el fútbol en Santa Fe es inigualable.

- ¿Y ahí volvés a Mendoza?

-A Huracán sí, aunque estuve a punto de volver a Maipú. Claro que ya no era igual, practiqué dos o tres días, pero no arreglé. La institución ya estaba muy desorganizada. Al año siguiente (1992) me retiré en Godoy Cruz, que tenía la base del equipo que ascendió. A los pibes les faltaba la maduración, pero se veía que iban a dar el salto de calidad.

 

 FOPPOLAZO: 

Solo en la segunda categoría del ascenso, en 95 encuentros, Pedro marco 24 goles, seccionados de esta manera: Maipú: 11, Huracán: 7, Colón: 6. Claro que fueron muchísimos más entre los de Liga Mendocina y sanjuanina. Fóppoli un prototipo del defensor- goleador describe su característica: “Uno por ahí trataba de aprovechar los tiros libres, los penales, los cabezazos. Siempre fui defensor, alguna vez jugué 5, pero me manejé como Stopper o líbero.

- ¿Cómo eran los duelos Fóppoli-Juan Gilberto Funes?

-Muy leales. Conocía a Juan y fui amigo de su hermano Pablo. Yo rescato lo que él significaba como jugador, con su tipo de estatura y peso. Pero yo prefería marcar jugadores de sus características porque uno tenía mayor referencia para chocar, mucho más que uno bajo y más escurridizo.

- ¿Y quiénes te complicaron?

-Sin vanidad, no tenía miedo ni dificultad con nadie. Una vez me dijeron: ‘en la cancha son 11 contra 11’ y eso se me metió en la cabeza. Me gustaba marcar grandotes como el Búfalo Funes, como Gareca, como Tolosa de Tigre u Oviedo de Platense.

“Me fastidió un poco cuando dejó de jugarse con nueves de área. Se empezó a jugar prácticamente sin delanteros y ya no encontraba la referencia de un centro delantero porque se tiraban más a los costados”.

- ¿Qué recordás de aquel partido entre la Selección argentina y la mendocina en 1985? 

-Fue una hermosa experiencia. Llegamos bien, porque entrenamos como un mes para ese partido. 

- ¿Qué les faltó para ganarlo?

-Y quizás una mejor definición. No te olvides que yo me escapé un penal, que hubiera sido el empate. Son cosas que pasan, pero en ese momento me quería enterrar bajo la tierra.

“Hicimos todo para ganarlo.  Carlos Rodríguez, que es un gran amigo, hizo el gol de gol de taco en pared con el pampero Coria”.

- ¿Hablaste alguna vez con Bilardo (el entrenador de la Selección) sobre aquel día?

-Una vez estábamos con Maipú en el aeropuerto de Buenos Aires y pasó Bilardo. Yo no me animé, por respeto, a pararlo. Le quería preguntar porque en ese partido contra la Selección hizo abrir la barrera cuando le entré a un tiro libre, que terminó pegando en el travesaño.

- ¿Cuál es tu actividad hoy?

-Trabajo en el municipio de Las Heras, en el área de discapacidad desde hace 10 años. Me toca específicamente la tarea en la liga de fútbol adaptado. Tenemos cerca de 600 chicos entrenando una vez por semana, con pibes Down, autistas y para jugar una vez por mes en cada departamento y luego la escuela de verano, pero este año la pandemia detuvo toda la actividad.

- ¿Estuviste jugando hasta hace poco?

- Sí, a mis 60 años, informalmente en algunos torneos que este año no se pudieron jugar, Soy defensor, a veces jugó 20 minutos, 45 o todo el partido o 45. Estar en la cancha siempre es importante.