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Barlatay, aquel zurdo del Tomba clase 96’

El actual entrenador de Sportivo Baradero y ex futbolista de Godoy Cruz e Independiente de Avellaneda recordó su paso por ambas instituciones, en la previa al encuentro por la quinta fecha por la Liga Profesional

06 de marzo, 2022 - 19:52

“El orden, la limpieza en las calles y en las veredas fue lo que más me llamó la atención de Mendoza. Es como vivir en Buenos Aires, pero con otro ritmo. Mi familia quedó impactada de cómo se veía la provincia. En lo deportivo, además, tengo un gran recuerdo porque fue un muy buen año para mí”.

Quién es Marcos Barlatay, el zurdo volante que vistió la camiseta del Tomba en la temporada 96-97, junto al Buby Manchado, el Loco Lillo, Mauro Laspada, Pipa Cassano, Martín Astudillo, Alehandro Pacheco, el Petete Hernández, el Cachorro Abaurre, el Petardo Lama, el Turco Sabir, el Fantasmita Pereyra, Pablo Gómez, el Pachi Larroque, entre otros futbolistas que casi hacen historia. Ese equipo que había tumbado a Talleres y Argentinos Juniors, no pudo con Gimnasia y Tiro y el propio Bicho, que terminaron ascendiendo a la A.

Desde Baradero, el pueblo que lo vio nacer, Barlatay despunta el vicio como entrenador de Sportivo Baradero, equipo al que llevó a incursionar en el ámbito nacional y logró el ascenso desde el Argentino C al B donde también lo condujo en varios certámenes hasta que el Consejo Federal reestructuró los torneos y el Lobo no ingresó al Regional Federal Amateur 2019.

Mas allá de su presente como entrenador, el ex volante tiene un recorrido interesante como futbolista. Se inició en Independiente a principios de los ’90. Recaló en Godoy Cruz en 1996 de la mano de Humberto Grondona. Luego, paso por Gimnasia y Tiro de Salta, Quilmes y Nueva Chicago en la B Nacional; y jugó en Primera División con la casaca de Huracán. Pero decidió colgar los botines a los 30 años, casi a mediados del año 2000, en el Spezzia de Italia. 

Al respecto, el ex volante explicó por qué decidió retirarse tan joven:

“Cuando dejé el fútbol sabía que arrancaba otra etapa, porque uno no puede jubilarse a los 30 años. Para muchos jugadores ese momento es caótico y para otros como mi caso, era cerrar una puerta para abrir otra y comenzar una nueva etapa”, expresó en un mano a mano con El Ciudadano

- ¿Qué es de tu vida, Marcos?

- Estoy dirigiendo a Sportivo Baradero en el Regional Amateur. Perdimos la final con Rivadavia de Lincoln. Llegamos a ser finalistas y estamos muy contentos con eso. Además, tengo un complejo de cabañas en Baradero, provincia de Buenos Aires.   

- Naciste futbolísticamente en Independiente de Avellaneda, pero no llegaste a debutar en el equipo comandado por Miguel Ángel Brindisi. ¿Qué pasó?

- Jugué dos años en la Cuarta División. Firmé contrato y Brindisi luego me sube al plantel profesional en 1995. Cuando se va Miguel Ángel, no llegué a debutar porque me fracturé el peroné. Luego, viene el Zurdo López con Humberto Grondona. Me recupero a los tres meses y el hijo de Julio me lleva a préstamo a Arsenal. Tras la finalización de este, regresé al Rojo que nuevamente me cedió a Godoy Cruz, para luego pasar por Gimnasia y Tiro de Salta y Huracán.

- ¿Siempre fuiste jugador de Independiente y te daban a préstamo?

- Sí, fue así. Siempre fue jugador del Rojo, pero volvía en los recesos porque terminaba mi préstamo y buscaba tener más continuidad. Por ese motivo, recalaba en otro club. 

- ¿Nunca te ofrecieron quedarte en Independiente?

- En uno de los recesos estaba como director técnico Cesar Luis Menotti y me dicen que no me iban a tener en cuenta. Pero siempre elegí yo ir a otro club para tener más rodaje. Sabía que me iba a servir más eso, que quedarme en Independiente que tenía un plantel que era muy difícil estar, con jugadores de diferentes selecciones. De esta manera, elegía irme a préstamo para seguir con rodaje. 

- En ese tiempo que estuviste en el plantel de Primera, ¿qué te quedó del Mundo Independiente?  

- Cuando me sube Brindisi el plantel era terrible. Estaban Islas, Pestañita Morales, el Tapón Gordillo, Néstor Craviotto, el Pelado Meijide, Carlos Gamarra, Pablo Rotchen, José Serrizuela, Diego Cagna, Raúl Cascini, Perico Pérez, Gustavo López, Daniel Garnero, Jorge Burruchaga y Albeiro Usuriaga, entre otros. Yo voy de pretemporada un mes a Mar del Plata con ese grupo. 

- ¿Jugaste en la reserva del Rojo?

- No, porque llegué con 19 años. Llegué desde la Primera de Baradero y estudiaba Abogacía en La Plata. Entonces, me sale la chance de ir a probarme al equipo de Avellaneda. De esta manera, hago la prueba y quedo. Jugué un año y medio en la Cuarta, pero no pasé por la Reserva. En la Cuarta, peleamos el torneo con Newell’s y Rosario Central. Estando en esa categoría, un día me suena el teléfono y me convocan para hacer la pretemporada en la Ciudad Feliz. Y firmé contrato profesional. 

- ¿Qué recuerdos tenés de esa pretemporada en Mar del Plata?

- Entrenábamos doble turno con un plantel que tenía una idea particular. El entrenador contaba con un manejo de grupo increíble. Recuerdo de haber compartido la mesa de la pretemporada con Burruchaga y yo era un pibito, que no había debutado en Primera. De estar un año y medio antes jugando en Baradero a estar sentado en la misma mesa con Burruchaga. No lo podía creer. 

- ¿Había respeto hacia los experimentados?

- Si lo había, era distinto al presente. No hablábamos los juveniles. Imagínate que habían varios campeones del Mundo y otros que venían de ganar la Supercopa y campeones de la mano de Brindisi. En el vestuario no volaba una mosca. Nada. Hablabas si te daban la palabra, sino no. Brindisi era de hacer mucho trabajo con competencia interna. El que ganaba tenía premio y el que perdía pagaba. Todos los días había algo en el vestuario para compartir entre los jugadores. Y yo no me levantaba ni loco de mi lugar a agarrar algo hasta que algún referente me lo dijera. Había un respeto por los mayores. 

- Luego pasaste a Godoy Cruz, de la mano de Humberto Grondona. ¿Qué recuerdos de tu paso por el Tomba?

- Futbolísticamente fue uno de los mejores años de mi carrera. Jugué prácticamente todo el año. Solo falté en tres fechas por una suspensión. Pero después fui de los que más jugó durante 1996. Si hubiera tenido la posibilidad de jugar toda mi carrera no lo hubiese dudado, me quedaba en Godoy Cruz, porque Mendoza, además, es increíble. Hicimos un gran torneo. Peleamos el ascenso con Argentinos Juniors y le ganamos 2 a 0 en el Mundialista. Luego, se nos escapó el ascenso en el último encuentro, terminan subiendo el Bicho de La Paternal y Gimnasia y Tiro de Salta. 

- ¿Qué tenía ese equipo que peleó hasta la última fecha?

- Había futbolistas locales y varios que llegamos desde Independiente, como yo. Se armó un equipo muy sólido y aguerrido. Sacábamos resultados siempre y eso nos permitió pelear hasta la última fecha. Me sentí muy bien en Mendoza y el club me abrió varias posibilidades para ir a otros clubes. Siempre voy a estar agradecido a Godoy Cruz. 

- ¿Qué fue lo que más te gustó de Mendoza?
Vivía en pleno centro de la Ciudad. El orden, la limpieza en las calles y en las veredas fue lo que más me llamó la atención. Es como vivir en Buenos Aires, pero con otro ritmo. Mi familia quedó impactada de cómo se veía la provincia. En lo deportivo, además, tengo un gran recuerdo, porque fue un muy buen año para mí. También, recuerdo el cariño del hincha tombino. Hicimos una gran campaña y recibimos mucho apoyo en el Mundialista, donde éramos locales. Siempre teníamos mucha concurrencia de público y el choque con Argentinos fue muy importante para el futuro de la institución, el estadio estaba explotado. Al llegar a la cancha nos dimos cuenta de qué iba a ser un día distinto.

- ¿Te costó adaptarte el club?

- No, porque había un gran plantel. El futbolista más conocido de todos era el Petete Daniel Hernández, que tenía mucha experiencia. Habían muchos pibes y otros como el Cachorro Abaurre que estaban haciendo una gran carrera. Luego de esa campaña, se fueron a otros equipos producto del gran torneo que se hizo. Fue un equipo muy competitivo. Estuvimos muy cerca de ascender y es una espina que me quedó.    

- ¿Qué sensación les dejó cuando se habla de que los equipos dirigidos por los Grondona tenían un plus ya que Julio era el presidente de la AFA?

- El plus era que corríamos como locos. Nos pensábamos mucho en eso. Sabíamos que el mérito era el trabajo, lo que entrenábamos en la semana y lo que se veía en la cancha. La ayuda nunca existió. Era un equipo que no paraba de correr y jugaba bien. En ese equipo se destacaban Dani Hernández, Abaurre, el Fantasma Pereyra, Cesar Paiber, jugadores que marcaban diferencias. Un equipo muy bien parado y que sabía lo que tenía que hacer. Si era por lo que se decía, hubiésemos ascendido.  

- ¿Qué balance hacés de tu paso por Godoy Cruz?

- Fue muy bueno, de los mejores años de mi carrera. Tengo contacto en las redes sociales con hinchas que vivieron aquella campaña e iban a la cancha. Tenemos un gran recuerdo mutuo. Me queda la espina de no haber podido lograr el ascenso. De ahí en más, Godoy Cruz hizo un gran torneo y hoy es un equipo que está en Primera, no está consolidado, pero siempre es protagonista y está ahí. 

- ¿Mantenés contacto con tus ex compañeros?

- Sí, con algunos sí, más que nada por la distancia. Cada uno va por su lado. Teníamos un gran grupo. Con algunos jugamos juntos en otros clubes. Tengo grandes recuerdos de ese equipo y de la provincia. 

- ¿Por qué te retiraste a los 30 años?

-Lo tenía bien en claro. Como arranqué tarde mi carrera, también sabía que iba a concluir en el momento que no me quedaban más ganar de seguir jugando. No contaba con motivación para levantarme a la mañana e ir a dar el 100 por ciento. 

- ¿Fue traumático retirarte tan joven?

- Para muchos jugadores ese momento es caótico y para otros como en mi caso, era cerrar una puerta para abrir otra y comenzar una nueva etapa. Entonces, para mí no fue para nada traumático dejar el futbol. Lo dejé totalmente convencido. Y tengo los mejores recuerdos porque me dejó conocer grandes personas, poder tener una base económica que a veces cuesta en un país como este. Debía saber que la vida continúa y no podés pretender ser un jubilado a los 30 años cuando se te ocurre dejar el fútbol. Dejé la profesión muy joven, fueron 10 años de carrera, pero los disfruté y cuando supe que no lo hacía más, automáticamente me retiré.

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