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La industria sin chimeneas dibujó una sonrisa en Mendoza

05 de agosto, 2019 - 07:14

El cierre del receso invernal muestra en Mendoza un balance altamente favorable, que trasladado al mundo de la economía toma un cariz aún más interesante: el que la “industria sin chimeneas”, como vulgarmente se conoce a la actividad turística, estaría significando por estos tiempos alrededor del 10% del producto bruto geográfico de la provincia, una cifra para nada desdeñable que la aproxima a otros rubros históricos de nuestra estructura productiva.

Los números oficiales indican que más de 460 mil visitantes, con picos del 95% de ocupación de las plazas disponibles en los casos puntuales del fin de semana extra largo del 9 de Julio y el partido Godoy Cruz-Palmeiras, fueron los puntos altos de la temporada.

Pero el promedio también fue muy alto, con un 92% a nivel provincial, tomando el mes completo, ya que por la distribución geográfica del receso este año las cuatro semanas tuvieron alguna provincia en vacaciones.

Desde el EMETUR indicaron que las zonas más requeridas para pernoctar fueron la Ciudad de Mendoza, San Rafael; el departamento Malargüe, que contiene al centro de esquí Las Leñas; Alta Montaña y el Valle de Uco.

Los números referentes al gasto promedio de los turistas, arrojaron $2.300 por día por persona en el caso de los de origen nacional, y en 100 dólares en el caso de los extranjeros. El promedio de estadía fue de 4,5 días. 

Respecto de la procedencia, Mendoza principalmente recibió la visita de bonaerenses, porteños, cordobeses y santafesinos. De procedencia internacional: se destacaron los chilenos y brasileños, aunque también crece la presencia de peruanos y países de Centroamérica dentro del segmento de extranjeros del resto del mundo.

Una suma básica, de considerar el gasto promedio, por la cantidad de tiempo de estadía y la cantidad de visitantes (sin considerar los del exterior, cuyo gasto casi duplicó a los nacionales, pero no aparecen discriminados en su cantidad) da como resultado que el turismo dejó en el mes de julio más de 4.700 millones de pesos.

¿Significa esto que está todo bien? No. Significa, eso sí, que se ha hecho una tarea muy importante y que despierta entusiasmo por lo que resta por hacer. Por ejemplo, sigue habiendo zonas con escasa conectividad tecnológica, como ciertos lugares de San Rafael, donde el turista se encuentra con que, a la hora de pagar en los lugares de montaña o de diques, debe hacerlo en efectivo por falta de terminales de procesamiento de medios electrónicos, una cosa inadmisible, reconocida por propias autoridades de turismo del sur.

Ni se le ocurra buscar un cajero automático en algunas villas de montaña, y en algunos casos carecen hasta de estaciones de servicio, como por ejemplo en Cacheuta. En algunos casos es pura responsabilidad del Estado, pero en otras significa que los privados están durmiendo la siesta.

Como puntos a favor, Mendoza cuenta con una infraestructura envidiable, teniendo más hoteles cinco estrellas que la mayoría de los destinos del país, probablemente más que la misma Mar del Plata, capital nacional del turismo. También con una gastronomía de altísimo nivel para los segmentos altos, aunque algo menos relevante en las capas medias.

La conectividad aérea, con el cambio de política aerocomercial, es un verdadero boom. Este invierno se superaron todas las estadísticas de pasajeros transportados con un millón doscientos mil en todo el país, y el aeropuerto, que tiene apenas tres años de haberse puesto a tono –y es justo decir que es muy cómodo y muy eficiente- parece que va quedando chico. Ya se habla de la posibilidad de tener vuelos directos a Europa, aunque esto podría cambiar de acuerdo a los vientos políticos que soplen luego de las elecciones, teniendo en cuenta que la política de cielos abiertos es firmemente resistida por importantes figuras de la oposición.

Y finalmente, para que esto crezca, deberá cambiar el chip del comercio mendocino. En un lugar turístico hay que aceptar que se trabaja mientras los demás descansan, y ese es el secreto para atender al visitante como lo que es: un negocio muy rentable.

Las decisiones tomadas en cuanto a lo político, por ejemplo, la de ampliar el parque Aconcagua y transformarlo en un centro turístico de todo el año, y recuperar Penitentes para una explotación más lógica, indicarían una conciencia de cómo debe crecer el turismo.

Halamos de más de 4.700 millone de pesos en solo un mes, y el techo aún está lejos. Pero nada garantiza el futuro venturoso, solo el trabajo a conciencia.