VIDEO | El robo más rápido de la historia
El atraco fue realizado en tiempo récord y de hecho el malhechor se animó a dejar una carta de agradecimiento a la policía
Corría el año 1994, y Oslo se preparaba para celebrar los Juegos Olímpicos de invierno, algo que mantenía no sólo al público, sino que también a la policía estaba ocupada y con la atención puesta en el evento, algo que facilitó el accionar del ladrón y de su cómplice.
Así fue como Pal Enger se robó uno de los cuadros más famosos de la historia, El grito de Edvard Munch, que se encuentra en en la Galería Nacional de Oslo, en menos tiempo de lo que fríe un huevo y convirtió a su atraco en el más rápido de la historia.
El delincuente, usando una escalera de madera, trepó hasta una ventana del museo, la abrió, cortó el cable que sostenía la obra, la agarró y escapó con un cómplice.
Debido a la poca atención por parte de las fuerzas policiales el museo estaba desatendido y Enger, que había planeado su atraco durante cinco años, tuvo vía libre. De hecho el autor material e intelectual del hecho escribió una nota en la que expresó: “Gracias por la falta de seguridad”.
Pal Enger nunca quiso robar la obra con una motivación económica sino que fue que había un reto y una especie de juego en el hecho de robar una obra tan conocida.
Enger escondió el cuadro entre las tablas de la mesa del comedor de su casa y al poco tiempo pidió un millón de dólares a cambio de entregarla. La policía no cedió al chantaje y en un operativo en un hotel, recuperaron la preciada obra.
El grito es una obra precursora y a la vez emblema del expresionismo. Siendo una de las imágenes más “reconocibles” de toda la historia del arte, se ha convertido en ícono de la angustia y desesperación del hombre moderno. Existen cuatro versiones del grito de Munch y una litografía de esta obra.
Una vez recuperada la pintura fue expuesta nuevamente, pero detrás de un cristal blindado y con medidas de seguridad más exigentes.