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Un mendocino, entre las víctimas fatales en el naufragio del vapor italiano ‘Principessa Mafalda’

El doctor Vicente Cherubini formaba parte del pasaje de la nave que se hundió en en octubre de 1927 frente a la costa de Brasil

09 de mayo, 2022 - 08:07

El mundo se estremeció al conocerse la noticia que el lujoso transatlántico italiano ‘Principessa Mafalda’ se había hundido en la costa de Brasil en la noche del 25 de octubre de 1927.

La prensa lo consideró como “el hundimiento del Titanic italiano en Sudamérica”, y en la catástrofe marítima murieron varios argentinos, entre ellos un mendocino por adopción llamado Vicente Cherubini, un exitoso médico cirujano que regresaba de Europa luego de haberse perfeccionado en nuevas técnicas en esa materia. Su muerte trajo consternación a sus familiares y amigos, y también a una parte de la sociedad mendocina, que quedó conmocionada por la noticia.

 

Un médico italiano en Mendoza

Vicente Cherubini nació el 13 de noviembre de 1878 en Lazio, Italia.

En 1897 ingresó a la facultad de Medicina de la universidad Real de Roma, en la que se graduó seis años después. Por aquel tiempo fundó junto a otros estudiantes, la Sociedad Liberal Estudiantil y también fue director del periódico L’Agitatore, de corte anarquista. 

Luego fue asistente de varios hospitales en la ciudad romana y se incorporó al ejército real italiano como subteniente médico.

En 1907 llegó a la Argentina e inmediatamente su título fue homologado por la facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Se radicó en la ciudad de Rosario, Santa Fe, para ejercer su profesión en el Hospital Garibaldi, de esa ciudad. Posteriormente regresó a Buenos Aires para trabajar en el Hospital Italiano.

En enero de 1912, Cherubini llegó a Mendoza, y después de un corto lapso de tiempo se incorporó al servicio quirúrgico del Hospital San Antonio, cargo que ejerció por muchos años, transformándose en uno de los más importantes cirujanos de ese momento.

Aquí cabe destacar que el doctor Cherubini fue uno de los primeros galenos que se dedicó a la ginecología en la provincia, estableciendo su consultorio primero en calle Belgrano y luego en Catamarca 77, de Ciudad.

Entre sus actividades sociales y filantrópicas, se desempeñó como miembro de la Sociedad Italia Unita, en la Cruz Roja de Mendoza y fue uno de los fundadores de la Universidad Popular. Durante la visita del príncipe italiano Humberto de Saboya a nuestra provincia, el doctor Cherubini y su colega Pedro Minuzzi lo acompañaron.

Tiempo después, y con la idea de estudiar nuevas técnicas médicas, Cherubini emprendió un viaje  a Italia y Francia que duraría un año. Luego de realizar su posgrado en esos dos países, en octubre de 1927 decidió regresar a Mendoza y adquirió los pasajes en el transatlántico ‘Principessa Mafalda, de la empresa Navigazione Generale italiana.

 

El preferido de los pudientes

El ‘Principessa Mafalda’ era un formidable vapor de más de 150 metros de largo y 9.500 toneladas que cubría la ruta entre las ciudades de Génova, Barcelona, Río de Janeiro, Montevideo y Buenos Aires.

Zarpó al mando del capitán Simone Guli en la tarde del 11 de octubre desde el puerto de Génova (Italia) con 1.261 personas a bordo, entre las que se encontraban 973 pasajeros. Entre los pasajeros más destacados que viajaban en primera clase se encontraban el profesor Conrado Gigli, presidente del Instituto de Estadística de Roma; un importante representante de la casa Cinzano; el gerente general del Banco Hipotecario, Antonio Díaz, y el doctor Vicente Cherubini. 

También había dos marinos argentinos de la fragata ‘Sarmiento’: el principal Santoro y el conscripto Bernardi, quienes por enfermedad fueron dejados por el capitán de la fragata en Italia y que luego tendrán una destacada actuación en el buque italiano. Además, en la bodega de la nave se depositó una importante cantidad de lingotes de oro que el gobierno italiano enviaba al argentino.

Como si fuera un anuncio de la tragedia que sobrevendría, durante su viaje hacia Sudamérica la nave sufrió serios inconvenientes mecánicos que pudieron ser subsanados solo parcialmente por los técnicos de la tripulación. 

 

El naufragio tan temido

En el atardecer del 25 de octubre de 1927, el ‘Principessa Mafalda’ surcaba el Atlántico al sur de Bahía (Brasil) cuando se originó un gran ruido que sacudió la estructura del transatlántico y éste se detuvo.

Según los primeros datos que tuvo el capitán, el árbol de la hélice izquierda se había partido y las enormes palas de la hélice se desprendieron y chocaron con una parte del casco del barco. Este incidente produjo una gran grieta por donde el agua entró a las bodegas e inundó parte de la nave.

Ante esta situación, el capitán Guli consideró la posibilidad de solucionar el problema, pero como medida preventiva ordenó a la tripulación la evacuación del buque y el pedido de auxilio. Se prepararon los botes y salvavidas, pero se les dijo a los pasajeros de primera clase que no había peligro, por lo que todos volvieron al comedor para cenar.

Mientras tanto, parte de los técnicos trabajaban para de reparar el daño sufrido en el casco, pero la enorme presión del agua arrasó con todo y el buque comenzó a hundirse. Entonces, el capitán italiano ordenó la inmediata evacuación de todos los pasajeros.

 

Heroísmo de unos pocos

El pánico cundió en la cubierta del buque y por todos lados se escuchaban gritos y llantos en la oscura noche.

Al principio la evacuación se ejecutó en orden, pero cuando la nave zozobró todo se desbandó y cientos de personas fueron aplastadas por otras que corrieron hacia la cubierta para salvar sus vidas. 

Los botes salvavidas no eran suficientes para todos y muchos de ellos no estaban en condiciones. Y por el sobrepeso que llevaban varios de ellos se destruyeron al impactar con el agua.

Pocos conservaron la serenidad. Entre ellos el doctor Cherubini y los marinos argentinos Santoro y  Bernardi, quienes se presentaron al capitán Guli y se pusieron a sus órdenes tomando la posta. 

Varios barcos recibieron de inmediato el primer SOS del ‘Mafalda’.  Eran el ‘Alhena, el ‘Empire Star’, el ‘Mosella’, el ‘Rosetti’  y el ‘Rugby’. También se sumaron al rescate el buque francés ‘Formosa’ y  el británico ‘Avelona’.

El salvataje continuó a medida que avanzaba la noche, mientras que a bordo de los buques de rescate se atendía a los 900 sobrevivientes. Sin embargo 300 personas murieron incluyendo al capitán Guli. 
De los tres argentinos, solamente Santoro pudo salvarse de la catástrofe.

 

Llega una mala noticia

En Mendoza los diarios dieron a conocer el fatal accidente marítimo y los parientes y amigos del doctor Cherubini estaban ansiosos por saber si estaba entre los sobrevivientes, pero días después llegó la funesta noticia de que había sido uno de los fallecidos en la tragedia.

Algunas versiones dijeron que se había quedado en el camarote junto a su sobrina y ambos perecieron al  no poder salir, pero otras en cambio, afirmaban que el médico mendocino por adopción estuvo ayudando a los pasajeros y murió ahogado cuando se hundió el transatlántico.

Sus restos descansan hoy en el cementerio de la Capital de Mendoza.