|07/11/22 07:37 AM

Tiburcio Benegas, el precursor de la vitivinicultura en Mendoza

Tiburcio llegó en 1865 a la provincia de Mendoza y aquí descubrió su gran pasión: el trabajo de la vid

07 de noviembre, 2022 - 08:01

Tiburcio Benegas llegó a esta tierra para cambiar definitivamente la industria del vino. Nació en Rosario, provincia de Santa Fe, el mismo día de la declaración de nuestra Independencia, pero de 1844.

Su padre, Pedro Benegas, era descendiente de una familia con gran trayectoria política y colaboró, junto a Aarón Castellanos en los trabajos de colonización de la provincia de Santa Fe. Su madre, doña Ángeles Ortiz Posse, provenía de una familia muy reconocida y tradicional de esa provincia.

Tiburcio llegó en 1865 a la provincia de Mendoza y aquí descubrió su gran pasión: el trabajo de la vid.

Si bien apenas arribó a la capital de Cuyo lo hizo bajo el amparo de su tío, el comerciante Ángel Ceretti, su vida se entretejió entre parrales y viñas y sus primeras incursiones fueron en las plantaciones a gran escala.

En los comienzos de su vida vitivinícola organizó empresas industriales, fundó bodegas y sus productos gozaron de gran fama.

Entre otras actividades, Benegas también fue miembro fundador de la Masonería local y participo durante varios años en esa institución junto a importantes personalidades de aquel entonces, entre las que se encontraban políticos, educadores, abogados y médicos de tradicionales apellidos. La logia que había fundado allá por 1870 se denominaba Joven Mendoza.

Uno de los momentos más importantes de su vida llegó en 1883 cuando adquirió los viñedos de la bodega El Trapiche, situada en el departamento de Godoy Cruz.

Los antecedentes de esta bodega se remontan a la época colonial y el nombre se debe a que en esa zona había un molino destinado a la pulverización del mineral que se extraía de la cordillera y que luego era triturado en un trapiche para emplearlo después en la fabricación y acuñación de monedas en Chile.

En tanto, sus viñedos fueron sometidos a una explotación sistemática y científica hasta entonces desconocida en lo que respecta al ámbito vitivinícola de nuestro país. 

 

Nuevas ideas para la vid

Tiburcio era un hombre de gran capacidad administrativa y un trabajador incansable que poseía plantíos de viñas importadas de Francia con alrededor de unas siete mil cepas y setecientas mil plantas.

Su tenacidad lo llevó a estudiar el sistema de poda conocido como Guyot y la forma de regadío de sus viñedos con sus cien compuertas y sus tubos en forma de sifón para la filtración del agua.

En la labranza de sus tierras utilizó arados Collins, también conocidos como cincel. Este tipo de arado era de gran utilidad dada las características de nuestro suelo, ya que sus púas permiten que la raíz de la cepa legue más profundo y así conserve la humedad, haciendo que los cultivos sean menos vulnerables a las sequías.

Además, utilizó elementos de labranza de última generación para la época, lo que llevó a que sus vinos fueran meritorios de grandes elogios y la aprobación de los más importantes catadores de Burdeos. Podemos decir, sin lugar a dudas, que Tiburcio Benegas fue uno de los más importantes propulsores de la industria del vino en nuestra provincia.

Paralelamente, este prolífico personaje incursionó en la vida política militando en el entonces Partido Nacional y ocupando luego una banca en la Cámara de Diputados, llegando a presidir en 1879 la Legislatura de Mendoza.

El 24 de setiembre de 1888, Benegas fundó el Banco de la Provincia de Mendoza, institución de la que luego fue su director.

Además, en esos años presidió la comisión de la Exposición de Mendoza preparada para celebrar la llegada del ferrocarril a nuestra provincia.

 

Don Tiburcio y el Congreso Nacional

Con una personalidad justa y emprendedora y dueño de un prestigio intachable, don Tiburcio prestó ayuda a quienes compartieron su concepción optimista de las posibilidades económicas de la provincia.

Esas características fueron las que lo llevaron a ser electo diputado nacional, llegando después en 1887 a ocupar una banca del Senado de la Nación representando a Mendoza.

Fue allí que se ocupó de los intereses locales y donde presentó varios proyectos que favorecieron los intereses provinciales.

Aquel Congreso nacional estaba compuesto por hombres probos con una gran ilustración e inteligencia que no recibían ningún tipo de dietas, subsidios ni sueldos por parte del Estado. De allí la palabra Honorable Cámara de Diputados o Senadores.

Además, en aquel recinto, a pesar que se daban acalorados debates, estos solían realizarse con gran respeto hacia los opositores.

Aquellos hombres eran verdaderos caballeros, quienes a pesar de defender ideas distintas jamás ofendían a sus momentáneos contrincantes.

Las bancas ocupadas por estos personajes artífices del progreso tenían como objetivo el engrandecimiento del país. También así lo hizo Benegas.

Meses después, el legislador mendocino por adopción regresó a nuestra tierra para tomar el cargo de gobernador.

Fue a principios de 1887 cuando fue galardonado con la banda y el bastón de mando para dirigir los destinos de esta progresista provincia cuyana.

Durante su mandato la industria vitivinícola no sólo creció, sino que también se subió al podio de la economía de la región. Pero además se realizaron extraordinarias obras públicas, como las captaciones hídricas con la construcción del dique Cipolletti, una realización pionera para el río Mendoza que benefició a toda la ciudad por la regulación de los cauces.

También la educación pública tuvo su impronta de la mano de este primer mandatario, ya que se erigieron varias escuelas.

 Pero algunos movimientos desestabilizadores aparecieron y el 6 de enero de 1889, a un año y medio de iniciada su gran gestión, fue depuesto por una revolución encabezada por el general Rufino Ortega y encarcelado junto a los doctores Juan Serú y Agustín Álvarez, entre otros.

Ante estos lamentables acontecimientos, el vicepresidente Carlos Pellegrini dispuso la intervención federal de nuestra provincia, y envió a Manuel Derqui para hacerse cargo del Ejecutivo.

Pero esto no fue más que una estrategia, ya que el interventor devolvió sus funciones a Benegas, quien asumió hasta el 9 de junio de 1889, fecha en que renunció a la gobernación.

A pesar de este triste revés, Benegas no se rindió y siguió con sus ideales de progreso, y en las elecciones de 1895 volvió a ser elegido senador nacional.

Posteriormente, el gobierno de Julio Argentino Roca lo nombró en 1902 embajador argentino en la República de Chile.

Este fue su último cargo, el que ocupó con brillante desempeño y la gran humildad que lo caracterizó siempre, pero dos años después se vio obligado a renunciar por cuestiones de salud.

Aquí conoció a su esposa, de origen mendocino. Se llamaba Lubina Blanco y era hija de Eusebio Blanco, quien compartía con Benegas la pasión por la industria del vino.

Este gran hombre, precursor de la vitivinicultura industrializada, falleció el 5 de noviembre de 1908 en Buenos Aires, y posteriormente sus restos fueron trasladados al cementerio de la ciudad de Mendoza, en donde actualmente descansan.