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La vieja penitenciaría provincial de la calle Chile

El antiguo complejo, que fue el más importante del país en su época, comenzó a construirse en 1864, pero varios problemas demoraron su inauguración hasta seis años después

23 de enero, 2023 - 08:48

Antes de la construcción de la penitenciaría ubicada en la avenida Boulogne Sur Mer, en las inmediaciones del Parque General San Martín, existía otro complejo penitenciario que se encontraba frente a la Plaza Independencia, en el sector donde hoy están el hotel Hyatt y el Teatro Independencia.

Construida en 1870, allí fueron concentrados los presos que antes estaban dispersos en comisarías o en lugares inadecuados por no contar con una penitenciaría.

El terremoto del 20 de marzo de 1861 dejó a la ciudad de Mendoza totalmente en ruinas. Gran parte de los edificios administrativos más importantes quedaron destruidos y la cárcel no fue la excepción. Se ubicaba en un lugar dentro del complejo del antiguo Cabildo de la ciudad y había servido como presidio desde los tiempos coloniales.

 

Una necesidad prioritaria

Después de aquella triste tragedia, la ciudadanía se encontraba expuesta a robos, saqueos y vandalismo profundizándose aún más la frágil inseguridad, situación que se hizo tan insostenible que el gobierno impuso en la provincia la pena de muerte.

En 1863 Mendoza comenzó a levantarse de los escombros y un grupo de destacados personajes formaron una entidad denominada ‘Comisión Filantrópica’, que se dedicó a recaudar dinero para reconstruir la ciudad con fondos privados y del Estado nacional, que fueron enviados durante la presidencia de general Bartolomé Mitre.

En ese entonces las autoridades tenían la gran preocupación de no contar con una penitenciaría modelo, y entre las prioridades que tenía la comisión se encontraba la construcción de la Casa de Gobierno y un penal.

Para la edificación de éste se eligieron los terrenos que se encontraban frente a la Plaza Independencia, entre las calles Chile, Unión (actual Sarmiento), 25 de Mayo y Uruguayana (actualmente llamada Espejo). El predio abarcaba la toda la manzana y ocupaba parte de la antigua Hacienda de San Nicolás de Tolentino.

 

Su construcción

En abril de 1864, funcionarios del gobierno y el constructor Andrés Clerici se reunieron para suscribir un contrato que tenía como principal condición finalizar la construcción del edificio en un año.

La obra fue proyectada por Pompeyo Moneta, quien tomó la iniciativa de ejecutarla de una forma muy diferente en relación a otras cárceles, ya que su diseño estuvo basado en un esquema funcional llamado “panóptico" que permitía controlar a los presos desde un punto central, al igual que gran parte de la edificación que tenía un buen dominio de los accesos y salidas.

En poco tiempo los obreros de Clerici comenzaron a realizar las tareas acopiando ladrillos, adobes, piedras, arena y cal. Pero al poco tiempo surgieron algunos inconvenientes con respecto al pago de la obra por parte del gobierno y también con la entrega de algunos de los materiales que el Poder Ejecutivo se había comprometido en entregar y no hizo.

De esta manera la obra quedó suspendida varios meses hasta que las partes llegaron a un arreglo y los trabajos recobraron fuerza.

En 1904 fue reemplazada por un nuevo edificio construido en la avenida Boulogne Sur Mer. // Foto: Archivo General de la Provincia

 

La cárcel modelo

Después de varios años que tardó su construcción, finalmente quedó inaugurada a mediados de 1870. Se trataba de la primera experiencia en el país de tipo funcional, la más importante de su tiempo.

Por la mañana se realizó el acto de inauguración con la presencia de autoridades provinciales, que junto al público escuchaban los discursos alusivos en una jornada amenizada por una banda de música. Todo un logro, después de tanto tiempo de no tener una cárcel.

Al día siguiente llegaron los condenados, quienes fueron conducidos por los guardias hacia sus respectivas celdas. A diferencias con otras cárceles, ésta poseía un lugar relativamente confortable.

Alejo García quedó en las páginas de la historia por ser el primer recluso en habitarla. Había sido condenado a 20 años de prisión por asesinar a un hombre en una pulpería, y fue encerrado en la celda 5 del pabellón 2.

Las celdas estaban agrupadas en hileras, con paredes pintadas de blanco, puertas de madera y pisos enladrillados. También había un patio hexagonal irregular y desde éste se podía atravesar al de la guardia a través de un zaguán que tenía acceso a la puerta principal. Las celdas daban a un pasillo en donde en el centro funcionaban las letrinas.

Al salir hacia el patio principal, existía una especie de glorieta ubicada en el medio del patio central, donde se encontraba un altar desmontable para las actividades religiosas de los domingos, días cuando se celebraba misa. Gracias a ese sistema, los reclusos podían observar y escuchar la ceremonia desde sus celdas.

Cada jornada de la semana, los presos se levantaban muy temprano para ir a trabajar a los galpones de la penitenciaría. En esas instalaciones, y siempre vigilados por guardias, trabajaban en la fabricación de obras de carpintería.

También sembraban y cosechaban hortalizas y frutales en una huerta ubicada en el sector sureste. Finalizada la ardua jornada, los convictos regresaban a sus celdas, donde se les servía la comida.

 

Un lugar inseguro

La penitenciaría tenía su ingreso principal por la calle Chile, y después transitar por una galería se llegaba a una gran puerta en donde funcionaban las oficinas y la guardia.

Una muralla de 2,15 metros de altura y 1,50 metros aproximadamente de espesor construida en piedra rodeaba el edificio, y coronaba en la parte superior con ladrillos que salían parcialmente hacia afuera. En las cuatro esquinas de la manzana se situaban las garitas o casetas que tenían un gran espesor.

Pero con el tiempo el edificio comenzó a deteriorarse debido a la inoperancia del Estado provincial, que dejó de invertir en su mantenimiento. Como consecuencia de la desidia, se produjeron masivas fugas de presos al cavar túneles por debajo de las murallas burlando a los guardias.

Lo que fue un verdadero modelo de prisión comenzó a tener grandes falencias sanitarias y humanas, a lo que se sumó la superpoblación carcelaria. Ante esta difícil situación, el gobierno provincial mejoró las condiciones sanitarias y de hábitat mientras proyectaba una nueva penitenciaría.

Pasaron varios años para definir de una vez por todas este problema, hasta que por fin se tomó la decisión de levantar la nueva penitenciaría en las afueras de la ciudad, que finalmente fue el actual edificio de Boulogne Sur Mer, en cuyas celdas fueron alojados a partir de 1905 los presos que ocupaban la cárcel de la calle Chile.

Una vez desocupadas, las viejas e inadecuadas instalaciones fueron refaccionadas y al poco tiempo se alojó allí el Cuerpo de Bomberos, al mando del comandante Edmundo Fossa, hasta 1924, cuando fueron demolidas para construir allí el Casino, el Teatro Independencia y el Plaza Hotel.