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El mausoleo de Belgrano que tardó 83 años en concretarse

El prócer murió en 1820, pero recién en 1860 se constituyó una comisión que planificaría la realización de la obra, que finalmente fue inaugurada en 1903 durante el segundo  gobierno de Roca

20 de junio, 2022 - 07:47

Hoy se cumplen 202 años del fallecimiento de uno de los héroes más importantes que tuvo nuestro país, llamado Manuel Belgrano, quien sacrificó gran parte de su vida en pos de una gloriosa nación.

A diferencia de otros héroes, el creador de la Bandera no recibió ninguna ceremonia fúnebre por parte del gobierno de las entonces Provincias Unidas, sumidas en una profunda anarquía, pero un año después, el 29 de julio de 1821, finalmente se realizaron los honores fúnebres al general del Ejército del Alto Perú con una gran ceremonia.

Sus restos quedaron depositados en el atrio de Santo Domingo, sitio en donde permanecieron por más de 80 años cubiertos por una antigua y humilde lápida de mármol original que, según se cuenta, había sido confeccionada con el mármol de un mueble que era propiedad de uno de los hermanos del prócer hasta mediado del siglo XIX, cuando fue sustituida por otra gracias al entonces jefe de policía de la ciudad, Cayetano María Cazón.

Por muchos años, y al igual que lo sucedido con otros patriotas, el nombre de Manuel Belgrano desapareció de la memoria de los argentinos de aquel tiempo, hasta que en 1857 Bartolomé Mitre editó La historia de Belgrano y de la Independencia argentina, que causó impacto en la población y permitió que se tomara conciencia sobre la importancia de la vida del prócer.

Este libro está considerado el primero de la historiografía argentina en relatar los hechos de la Independencia.

Después de este puntapié inicial, en 1860 se constituyó la comisión Pro Monumento, integrada por Blas José Pico, José María Albariño y el coronel Mariano Díaz.

El 24 de setiembre de 1873, el mismo día en que se recordaba la batalla de Tucumán, quedó inaugurada una escultura de Belgrano, ceremonia que contó con la presencia del entonces presidente Domingo F. Sarmiento e importantes personalidades de ese momento,  además de la participación de unas 30.000 personas que colmaron el predio.

La escultura, emplazada al este de la Plaza de Mayo, fue fundida en los talleres de Val d'Osne en Francia y llegó a Buenos Aires en enero de ese año.

Imagen de la inauguración del mausoleo dedicado al prócer argentino

 

Una idea en movimiento

En 1894, el ciudadano Luis Duprat propuso rescatar y valorizar los restos del creador de la Bandera a través de un monumento o un mausoleo.

Un año después, la idea de brindarle a sus restos mortales una sepultura acorde quedó latente y el 9 de julio los estudiantes del Colegio Nacional y el de Comercio realizaron un acto que finalizó en el monumento a Belgrano ubicado en la Plaza de Mayo. Allí, Gabriel Souto expresó la idea de saldar una deuda con el prócer y convocó a una colecta pública para construir un mausoleo. 

Esta iniciativa tuvo gran eco y se recaudó una importante suma de dinero para aquel proyecto. También se creó una comisión integrada por destacados políticos, militares y empresarios, además de importantes hombres de la educación y de la cultura.

En 1898 se eligió para su confección al escultor italiano Ettore Ximenes, quien concluyó la obra en poco tiempo, invirtiéndose en ella unos 94 mil pesos, que representaba mucho dinero para aquella época.
Pero la inauguración tardó tres años y se produjo finalmente durante la segunda presidencia de Julio Argentino Roca en 1903.

 

La exhumación y los dientes de Belgrano

En la tarde del jueves 4 de septiembre de 1902, varias personas se reunieron en el atrio del templo de Nuestra Señora del Rosario y convento de Santo Domingo para asistir a la exhumación de los despojos mortales de Manuel Belgrano, que yacían allí desde el 20 de junio de 1820, cuando el prócer fue enterrado en una ceremonia que pasó desapercibida y a la que concurrieron sólo algunos de sus familiares.

Por su parte, el gobierno había comisionado a los ministros del interior, Joaquín V. González; de Guerra, general Pablo Ricchieri, y a los doctores Quiroga y Massot para representarlo en el acto de la exhumación.

Se realizó la excavación con la mayor prolijidad para no perder el más pequeño fragmento de los restos. No se encontró ningún vestigio del ataúd del general, pero sí los huesos dispersos y parte de su dentadura, que fueron colocados en una bandeja de plata sostenida por uno de los monjes del convento.

En la exhumación, que terminó a las 16, además de los funcionarios públicos se encontraban presentes el nieto y el bisnieto del patriota, Carlos Vega Belgrano y Manuel Belgrano, además de los doctores Luis Peluffo, Armando Claros, el coronel Domínguez, el mayor Ruiz Díaz y el padre Becco, quienes firmaron un acta levantada en el momento ante el escribano mayor de gobierno.

Los doctores Marcial Quiroga y Carlos Malbrán redactaron luego un informe médico y legal sobre los restos, que habían sido guardados en una urna para ser entregados a los citados facultativos.

Algunos dientes de Belgrano fueron tomados por los ministros González y Ricchieri, acción que días después fue la comidilla de los medios de aquel entonces y causó una verdadera conmoción en la opinión pública.

Ambos funcionarios tuvieron luego que entregar de regreso los molares, justificando que se los habían llevado sólo para mostrárselos a sus amigos y a Bartolomé Mitre.

 

Inauguración del mausoleo

El gobierno decretó feriado nacional el 20 de junio de 1903, y el día anterior se realizaron arreglos y adornos en el convento de Santo Domingo, se armó el armado del palco oficial y se realizó la iluminación de las calles Defensa y Belgrano, junto con la Plaza de Mayo.

Desde temprano una multitud se agolpó en las cercanías del templo y varios cuerpos del Ejército formaron sobre las calles Defensa, Belgrano, Venezuela y Bolívar.

El presidente Roca, sus ministros y otros funcionarios llegaron y se acomodaron en el palco, y después, el arzobispo Espinosa ofició el responso, mientras que fray Raimundo Gabelich se encargó de la oración fúnebre. 

Finalizado el acto, la urna fue conducida desde el presbiterio del altar mayor hasta el mausoleo por cuatro cadetes militares, mientras que los cordones de la urna fueron conducidos por el mandatario Roca, monseñor Terrero, Bartolomé Mitre, Carlos Vega Belgrano, Riccheri, Drago, Betbeder y González. 

Una vez depositada la urna, fue corrido el velo blanco que cubría el monumento y el presidente de la comisión, Gabriel Souto, ofreció un encendido discurso, seguido luego por el ministro González en representación del presidente de la República.

Para cerrar el acto, hubo un desfile militar encabezado por el general Garmendia y su Estado Mayor.