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El loco de las estrellas

El italiano Juan Carullo fue un destacado empresario que dedicó gran parte de su vida a estudiar el espacio a través del primer observatorio que se construyó en Mendoza

05 de diciembre, 2022 - 07:43

Cuentan que, durante la primera etapa del siglo XX, tres entusiasmados caballeros, luego de las actividades laborales, puntualmente partían todas las noches, apresurados, para reunirse en una alejada casona ubicada al Sur de la ciudad.

Aquella vivienda pertenecía a Juan Carullo, el principal cabecilla de esas aventuras fuera de rutina, y estaba ubicada en un sitio muy cercano al zanjón Frías, en una calle de tierra, que tiempo después pasó a llamarse Calle del Observatorio.

La misteriosa visita de estos caballeros al edificio era para practicar un extraño rito a través de un aparato llamado telescopio. La secreta ceremonia consistía, nada más y nada menos, que en observar y hacer estudios astronómicos sobre el universo. Así es que Carullo se convertiría en el predecesor de la cosmografía aficionada en nuestra provincia, junto al ingeniero José Corti y el francés Eduardo Roulet.

El italiano pionero de la astronomía en Mendoza

 

Un gerente con estrella

Pionero, mentor y entusiasta de la astronomía. Así se lo sindica a Carullo, quien nació a mediados del siglo XIX en Italia, estudió en Europa y se dedicó a los negocios bancarios.

Dinámico, emprendedor y exitoso en todo lo que le gustaba y encaraba, tuvo su incursión también en esta ciencia que después interesó a muchos mendocinos.

Carullo llegó a Mendoza en 1900 proveniente de su ciudad natal y aquí aprovechó el florecimiento económico que tenía nuestra provincia para, primero, desempeñarse corno gerente de un prestigioso banco mendocino y luego fundar su propia compañía bancaria.

Pero la pasión del financista italiano era investigar el cielo y fue así que construyó un pequeño observatorio astronómico, el primero en Mendoza, asesorado por Corti y Roulet. El observatorio estaba ubicado en la calle Sarmiento, y en las noches se juntaban allí para hacer sus observaciones astronómicas y se sumaban profesores en esa materia y alumnos del Colegio Nacional.

En 1910 el italiano participó del Congreso Científico Internacional Americano que se realizó en Buenos Aires con motivo del centenario de la Revolución de Mayo, y allí presentó varios de sus trabajos astronómicos.

Juan Carullo construyó este observatorio en las inmediaciones del Parque del Oeste

 

Un planeta llamado argentina

Por aquella época, el país y la provincia se encontraban en uno de los mejores momentos económico. También una ola inmigratoria llegaba desde Europa en especial de Italia, España y de los países del Este de aquel continente y todos apuntaban a viajar al Río de la Plata.

No había inflación, el poder adquisitivo estaba subiendo y el trabajo abundaba. La balanza comercial estaba equilibrada y se ejecutaban importantes obras públicas como escuelas y hospitales.

En Mendoza, la iniciativa privada desarrollaba importantes industrias como la vitivinicultura, que tomaba un gran protagonismo en el país y en el mundo entero.

A pesar del auge, algunos anarquistas –en su mayoría extranjeros– intentaban imponer el caos a través de algunos atentados perpetuados en la entonces Capital Federal, además de varios intentos de golpes de Estado por parte de algunos sectores de la oposición que fueron sofocados inmediatamente por el gobierno nacional.

 

El mago del telescopio

La pasión de Carullo por la astronomía era muy grande, e hizo construir una hermosa casa que fue una de las primeras residencias del Oeste de la Ciudad, en una zona despoblada en aquel entonces y ubicada en la calle llamada en la actualidad Olegario V. Andrade– en donde estableció un nuevo observatorio. La vivienda poseía unas torres con cúpulas giratorias construidas con planchas de hierro y provistas de abertura angular. En una de ellas estaba el ‘Ecuatorial’, que contaba con una capacidad superior al célebre observatorio de La Plata, y en la torre Sur se ubicaba el ‘Alto Azimut’, que fue fabricado en Berlín por Karl Bamberg. Además, la sala estaba equipada con los instrumentos necesarios para observar el cosmos, y en una habitación subterránea se instalaron péndulos astronómicos y en el sótano, un sismógrafo.

El instrumental con que contaba era un anteojo de pasos de 9 cm de diámetro y 94 cm de distancia focal fabricado en Alemania, además de un teodolito, un reloj de precisión con un mecanismo de péndulo Riefler, un cronógrafo eléctrico y otros instrumentos menores. Con ellos, Carullo y sus compañeros realizaron interesantes estudios sobre las estrellas.

El financista se encontraba en su mejor momento económico y junto a varios amigos crearon una prestigiosa entidad bancaria en Mendoza. Pero los sucesos de la gran guerra en Europa (1914-1918) produjeron graves dificultades económicas que afectaron al país y la provincia.

El potentado y astrónomo perdió así su gran fortuna, incluso varias propiedades. Entre ellas la que cobijaba al observatorio (que luego fue desmontado). Ante esta situación el gobernador Lencinas apoyó la idea de retomar la actividad astronómica con un observatorio para Mendoza. Pero todo quedó en la nada.

 

Como una supernova

Cuando parecía que la astronomía menduca quedaría olvidada por varios años, Juan Carullo tuvo un golpe de buena suerte y otra vez se convirtió en millonario.

En 1929 retomó su ambicioso proyecto y construyó otro observatorio, esta vez en su mansión ubicada en la entonces prolongación Sarmiento – actual Emilio Civit– al 400. Allí levantó una torre y una sala meridiana, similares a las que estaban en el edificio anterior.

Años después, el pionero mendocino fue nombrado miembro activo de la Asociación Amigos de la Astronomía de Buenos Aires y socio fundador, y sudinamismo hizo que nuestra provincia sonara en los círculos de científicos que se inclinaban por esta materia.

El pujante italiano seguía observando estrellas, constelaciones y planetas en las noches mendocinas y su observatorio fue visitado por aficionados a la cosmología.

El 4 de marzo de 1936 la muerte lo sorprendió, dejando inconclusa su obra. El observatorio fue otra vez desmantelado: la cúpula fue vendida, en 1940 el valioso instrumental quedó en poder del Banco de la Nación (aparentemente por un embargo) y más tarde la mansión fue demolida.

Muchos de esos instrumentos fueron vendidos y pasaron a formar parte del observatorio astronómico Félix Aguilar, en la provincia de San Juan.