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Cuando las farmacias eran boticas

La historia de estos negocios en Mendoza comenzó a principios del siglo XIX, con la llegada de un facultativo salteño que además se encargó de la primera campaña de vacunación contra la viruela

27 de junio, 2022 - 07:42

Varios fueron los boticarios que en tiempos de la colonia realizaban sus actividades en la provincia, pero a partir de mediados del siglo XIX, las boticas o farmacias comenzaron a establecerse masivamente en la ciudad. Con el transcurso del tiempo, muchas desaparecieron y otras, con mejor suerte, sobrevivieron.

 

El boticario Anacleto

A principios del siglo XIX llegó a Mendoza el médico y boticario Anacleto García, quien durante mucho tiempo se desempeñó en la tarea de curar y recetar medicamentos con recetas magistrales a gran parte de la población. Este facultativo, de origen salteño, se destacó bajo el gobierno del entonces coronel mayor José de San Martín en 1814.

García fue elegido presidente de la Junta de Vacunación, creada por el Libertador, campaña que fue sostenida por don Anacleto, quien todos los días miércoles desde las cinco hasta las siete de la tarde, vacunaba contra la viruela, gratuitamente, en su casa ubicada en la calle de la Cañada –hoy Ituzaingó–, muy cerca de donde vivía también el cura Lorenzo Guiraldes, capellán del ejército patriota.

El proceso era simple, y través de la inoculación con material de una llaga de viruela de vaca se protegía a una persona contra la viruela. Además, se realizaba una reacción en la piel que permitía diferenciar a los enfermos de los sanos.

Frente de la farmacia La Pirámide, ubicada en 1920 en San Martín y Córdoba

 

Entre británicos e italianos

Se puede decir que una de las boticas más antiguas desde que se tiene registro fue la del italiano José Iberti, a quien en 1844 le fue concedido el permiso por el Gobierno provincial y se instaló en la ciudad. Iberti era licenciado en Medicina y Farmacia, egresado de la Universidad de Torino (Turín).

Posteriormente se estableció a pocas cuadras otra botica llamada Inglesa, que se hizo muy popular y cuya administración estaba a cargo de un británico que fue miembro de la Sociedad Farmacéutica de Londres.

Con domicilio en la calle de San Francisco, cerca de la casa de José Antonio Álvarez, en la vieja ciudad, contaba con servicio nocturno, único hasta ese momento.

A fines de 1869, la ciudad ya contaba con cinco profesionales farmacéuticos con sus respectivos establecimientos.

 

El negocio de los remedios

En 1880, la población empezó a crecer y, por supuesto, también se abrieron más boticas en la ciudad, las que estaban obligadas a cumplir turnos por las noches, y desde ese momento pasaron a llamarse farmacias.

Entre ellas se encontraban la de don Severo G. Del Castillo, ubicada en la calle de Loreto; la de don Tristán Villegas, en la calle Cuyo; la de Ciro Leal, en la calle San Luis; la de Benito Sicardi, en Paraná y Garibaldi, y La Americana, en la misma calle.

La farmacia San Martín, que estaba en San Martín 189, era otra de las preferidas por los mendocinos. Su dueño era Ludovico Vagni, quien se había diplomado en Perugia (Italia). Y si de la península hablamos, no podemos dejar de mencionar a la Farmacia Italia, que se encontraba frente a la plaza Cobos, actual San Martín-.

Su propietario era el entonces reconocido dentista Luis Verrati, diplomado en Nápoles, quien poseía un gran surtido de sustancias químicas alopáticas y homeopáticas, además de vender toda clase de vinos medicinales, aceite de bacalao, píldoras, cápsulas, bolsas de hielo, además de remedios para callos y para enfermedades venéreas.

También, por aquellos años quedó inaugurada la farmacia Del León, en 25 de Mayo 1002, de ciudad, cuya dirección técnica estuvo a cargo de Eulogio M. Villeta y desapareció en 1911.

Otra de las más concurridas por aquel tiempo era la Del Plata, que funcionó en Lavalle y San Juan y era propiedad del italiano José Riatti, quien la inauguró en 1888.

En tanto, fue muy destacada la farmacia Lahiton, ubicada en Chile 1726, la que llevaba el apellido de su dueño, quien la vendió en 1918.

 

Farmacias de ayer y de hoy

Una de las más antiguas farmacias que actualmente existe es la Santo Domingo, en Beltrán y Rioja. Se cree que sus orígenes datan de 1890.

A fines del siglo XIX, en San Martín esquina Las Heras se instaló la farmacia González, (ex Suárez), que luego se ubicó en San Juan y Entre Ríos, y hoy ese mismo nombre lleva la que se encuentra en 9 de Julio 1563, de Ciudad.

Pero sin dudas una de las más recordadas por los mendocinos fue la farmacia Avenida, que antiguamente se denominaba farmacia Italiana. Su primer domicilio fue San Martín y Sarmiento y luego se trasladó a Garibaldi 99. Pasó por sucesivos dueños y en 1933 comenzó a llamarse farmacia Rosales, de Rosales y Cía. Luego volvió con el nombre de Avenida y tenía su local en Garibaldi 3.

Otra que permanece en la memoria es la farmacia De la Estación, ubicada entonces en avenida Las Heras y Perú, que fue fundada a principios del siglo XX y sigue en actividad actualmente, pero en avenida Las Heras.

En la misma arteria, pero en la esquina con Chile, se encontraba la farmacia Ortiz Maldonado, cuyo propietario en 1914 fue el primer presidente del Colegio Farmacéutico de Mendoza. Luego se trasladó a avenida Las Heras 501 con el nombre de Faggioli. En 1932 pasó a denominarse Carrera, por su nuevo propietario, y en la su nombre es Chile.

La farmacia del Águila está en el mismo sitio en que fue abierta, en San Martín y Lavalle, cuando fundada por el señor Porretti.

No podemos olvidar a una de las más populares, la farmacia La Pirámide, que se encontraba antiguamente en San Martín y Córdoba, de Ciudad, y hoy funciona en Córdoba 45.

El tiempo ha pasado y muchas cosas han cambiado desde las antiguas boticas con sus estantes de finas maderas poblados de recipientes de porcelana. Pero sin embargo, aunque con el tiempo fueron reemplazadas por modernos locales, su existencia sigue teniendo el mismo objetivo de remediar todos nuestros males.