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Aquellos lejanos días en que los Reyes Magos nos alegraban con regalos que recordamos con nostalgia

La forma de esperar a los personajes de Oriente fue cambiando con el tiempo, igual que los juguetes que hoy entretienen de otra manera a los chicos

09 de enero, 2023 - 08:23

Ilusión, alegría, intriga. Todo eso se puede sentir en una fecha tan especial como el 6 de enero, el Día de Reyes. Este es para todos los niños un día mágico en el que Melchor, Gaspar y Baltasar llegan con sus camellos para traer los juguetes pedidos mediante una cartita. Pero antiguamente este festejo era muy distinto al que hoy conocemos, y como la mayoría de las fiestas navideñas, tenía un carácter más religioso.

 

¿Qué les regalamos a los reyes?

El 6 de enero de cada año se celebra el día de la Epifanía, que significa –según el cristianismo- la revelación de Jesús como hombre.

Con el tiempo, en países de tradición católica se adoptó la costumbre de celebrar también la festividad de los Reyes Magos. Poco a poco se fue olvidando el significado verdadero de la revelación de Cristo y se la convirtió en un sinónimo de adoración a los mágicos personajes. Es por eso que las niñas de origen español que nacían ese día eran bautizadas con el nombre de Adoración.

Se cree que en realidad los Reyes no eran tres y Baltasar no fue un personaje de color hasta el Siglo XVI.

Con el transcurso del tiempo, fueron transformándose hasta conocerlos como en la actualidad.

Mucho después de la llegada de los españoles a América, esta fiesta se celebraba con una solemne misa en los templos católicos y Mendoza no fue la excepción. La ceremonia religiosa concluía cuando los feligreses hacían una ofrenda a Melchor, Gaspar y Baltasar consistente en dulces y otros regalos. Después de finalizado este rito, se servía en las mesas de los hogares un exquisito postre llamado rosca de reyes, que era acompañado con una taza de chocolate.

Por aquel entonces, los Reyes Magos no les entregaban regalos a los niños, mientras que en Italia, en la noche del 5 de enero aparece la figura de "la Befana".

Cuenta la leyenda que, al marchar los Reyes Magos hacia Jerusalén a ofrecer los regalos a Jesús, encontraron en el camino a una anciana que les obsequió dulces y chocolates. Esta actitud hizo que Melchor, Gaspar y Baltasar la invitaran a ir con ellos aunque la mujer preparó sus dulces pero no quiso ir. Luego se arrepintió y salió a buscarlos por las calles, pero no los encontró y deambuló con regalos en cada casa donde había niños con la esperanza de encontrar a El Salvador para obtener el perdón. Así, la Befana se transformó en una especie de bruja buena que les trae a los niños chocolates y caramelos si se portan bien y un carbón a los que no lo hicieron durante todo el año.

Es por eso que en muchas familias argentinas de origen italiano suelen mantener esta tradición en concordancia con el 6 de enero.

 

Juguetes por adelantado

Para sorpresa de muchos, a fines del siglo XIX en nuestra provincia los Reyes Magos eran los encargados de entregarles a los niños los regalos en la Nochebuena. A la medianoche en punto, después de la Misa de Gallo, las campanas de los templos sonaban anunciando el nacimiento de Jesús. Entonces los chicos, entusiasmados por la llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar, se marchaban presurosos a dormir dejando su calzado en donde debían depositarse los presentes. En la madrugada, los Reyes bajaban y mágicamente dejaban los juguetes.

 

Reyes, una imposición española

A principios del siglo XX, las costumbres argentinas fueron cambiando y una de ellas fue el festejo de los Reyes Magos el 6 de enero.

En 1913, por primera vez, los chicos argentinos celebraron el Día de Reyes y se debió a una tradición española que fue adoptada por nuestro país. Desde entonces hasta la actualidad, todos los niños ponen los zapatitos en algún lugar de su casa esperando la llegada de los Magos.

En aquellos años no todos los niños tenían la suerte de recibir regalos, ya que los juguetes en su mayoría eran importados y tenían un costo elevado. Por ejemplo, existían muñecas de porcelana o de trapo, trenes y carruajes de hojalata, trompos de madera, monopatines y triciclos, entre otros objetos.

Una muñeca muy popular en los años 60 y 70 del siglo pasado

 

Los exigentes niños de la era espacial

Durante el siglo pasado, allá por los años 60' y 70, con las nuevas tecnologías que también se imponían en los juguetes, los niños eran más exigentes a la hora de pedir sus regalos y había para todos los gustos.

Como era tradición, la misteriosa llegada de los Reyes con sus regalos a nuestros hogares contaba con ciertas condiciones. Primero, los niños debían portarse muy bien durante todo el año anterior. Luego, para que los obsequios se hicieran realidad, debían dirigirse a los Magos de Oriente escribiéndoles una carta donde solicitaban el o los juguetes deseados.

Era una tradición en la noche del 5 de enero poner los zapatos muy bien lustrados en algún sector del hogar. Además, se debía preparar una cantidad de pasto y un recipiente con agua para que los mágicos camellos pudieran aprovisionarse para seguir su viaje. Finalizado este ritual, los chicos debían de irse a la cama muy temprano para que al día siguiente los juguetes aparecieran mágicamente. Los regalos eran variados y dependían de distintos factores económicos, y entre los más pedidos estaban las bicicletas rodado 20, popularmente conocidas como Aurorita, los patines, el karting a pedal, monopatines y para los más chiquitos, el triciclo.

Las nenas, por ejemplo, pedían carritos con bebés y juegos de cocina, además de muñecas Fiorella, Yoly Bell, Barbie o Rayito de Sol, algunas de las cuales “hablaban” a través de un ingenioso sistema de cinta o minidisco e inclusive otras podían caminar, sin olvidar

Mientras, los chicos –especialmente a los que les gustaba lo militar, pedían revólveres a cebitas, tanques, anfibios y lanchas marca Alni, además de las clásicas bolsitas de soldaditos. Otros de los juguetes muy pedidos eran las carretas, diligencias, fuertes, casas y personajes del lejano Oeste angloamericano, que emulaban las viejas películas de vaqueros.

Los pibes futboleros pedían en sus cartitas la camiseta del club preferido y la pelota de cuero profesional N° 5, aunque otros, menos pretenciosos, se conformaban con la legendaria pelota de goma Pulpo, que venía en varios tamaños. Otros de los populares obsequios eran los autos irrompibles Duravit, quizás muy básicos pero imposible destruirlos.

Entre los regalos más exquisitos se encontraban los recordados autitos y camiones de origen británico marca Matchbox, con sus extraordinarios detalles y una gran belleza, que estaba enumerados para coleccionarlos.

Y si detalles y precisión hablamos, también estaban los trenes eléctricos importados marca Märklín en escala HO o 00, que eran lo máximo como juguete preferido por cualquier chico. Lo mismo pasaba con la pista de autos Scalextric, con pulsadores que hacían acelerar o disminuir la velocidad de los autitos.

Hoy, todos esos juguetes fueron superados por la supertecnología de los juegos virtuales, que entretiene de otra forma a las nuevas generaciones. Sólo nos queda el recuerdo de haber gozado aquel hermoso momento lleno de felicidad.