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Alejandro Orfila, el bodeguero que gobernó nuestra provincia

Ocupó el cargo entre 1926 y 1928, y su gestión fue interrumpida por una intervención dispuesta por el entonces presidente Hipólito Yrigoyen

13 de junio, 2022 - 07:45

Es muy poco lo que se conoce sobre la vida y el gobierno de Alejandro Orfila, quien dirigió los destinos de esta provincia desde 1926 hasta 1928, en momentos políticos y económicos de florecimiento de la Argentina, que entonces era gobernada por el presidente Marcelo T. de Alvear.

A pesar de esto, algunos sectores políticos eran bastante turbios para la vida democrática de nuestro país.

Luego del comienzo de un nuevo mandato de Hipólito Yrigoyen, varias provincias fueron intervenidas por el gobierno nacional, entre las que se incluyó a Mendoza.

 

Un apellido con peso

Alejandro Orfila –bodeguero, abogado y escritor– nació en Mendoza el 27 de febrero de 1894. Era hijo del español José Orfila y de Olimpia Infante, natural de nuestra provincia.

Estudió en Buenos Aires y se recibió de abogado para luego regresar a su provincia natal, donde se destacó en la actividad vitivinícola, siendo un gran propulsor de esta industria con sentido de visión y proyección hacia el futuro.

En poco tiempo se convirtió en uno de los primeros empresarios que apuntaron a que sus vinos tuvieran gran calidad en el mercado, desarrollando su exportación a varios países del mundo.

Se afilió a la Unión Cívica Radical, espacio donde militó por muchos años y ocupó las bancas de diputado y senador provincial, y entre otras actividades presidió el Colegio de Abogados de Mendoza. También fue un prolifero escritor y periodista publicando varios ensayos, entre cuyos títulos figuran Preparemos el mejoramiento material y espiritual de los argentinos, Deberes de los partidos políticos, La tradición internacional en la Argentina, La planificación democrática se abre camino y Rol económico y social de la industria vitivinícola.

Además, en distintas oportunidades publicó en diarios locales interesantes artículos de corte político, económico y social. Luego de renunciar a su gestión al frente de la provincia, se radicó en Buenos Aires y se dedicó a las letras como periodista y ensayista, quedando prácticamente en el olvido.

Allí murió el 11 de diciembre de 1958, y posteriormente sus restos fueron trasladados en avión a Mendoza, para ser inhumados en el Cementerio de la Capital, en donde se encuentran actualmente.

 

La obra pública como gobierno

Tras ser legislador provincial y estar alineado a las filas del lencinismo, Orfila fue elegido gobernador de Mendoza y el 6 de febrero de 1926 asumió la primera magistratura acompañado por su vice, Carlos Saá Zarandón.

Su gabinete estaba compuesto por Manuel Zuloaga en la cartera de Gobierno, Antonio Soriano en Hacienda y José E. Aguilar en Industrias y Obras Públicas.

Durante su gestión se realizaron importantes avances en la obra pública en diferentes departamentos, especialmente en los servicios de agua y alumbrado público.

En materia de salud, construyó la nueva sede de la Asistencia Pública, ubicada en avenida San Martín y General Paz.

En el orden educativo, gracias a un empréstito realizado por bodegueros locales pudo pagar la deuda que la Provincia tenía con los docentes y venía arrastrando desde hacía varios años.

Mientras que en el ámbito cultural, su obra se destacó por la inauguración del Museo Provincial de Bellas Artes. Además, el 4 de mayo de 1927 se eligió el anteproyecto del nuevo Palacio de Gobierno propuesto por Orfila. Ese proyecto fue denominado Diamante y era obra del arquitecto Pablo Pater y el ingeniero Alberto Morea.

El 25 de mayo de ese año, en el centro de la Plaza Independencia fue colocada la piedra fundamental del futuro Palacio de Gobierno. Meses después se llamó a licitación para realizar la obra, que fue adjudicada a la empresa F. H. Schmidt y Compañía. Sin embargo, la edificación de la casa gubernamental en el centro de ese predio quedó a medio construir por diferentes motivos.

En la segunda presidencia de Hipólito Yrigoyen (1928 - 1930) el gobierno de Orfila fue intervenido por el Poder Ejecutivo nacional, y el 11 de diciembre de 1928 asumió el interventor federal Carlos Borsani, siendo Orfila el último gobernador de tendencia lencinista.

 

El ícono arquitectónico que nació en su mandato

A partir del gobierno de Alvear (1922 - 1928), la crítica situación económica que transitaba el país en aquellos tiempos fue revertida por una serie de medidas que tomaron los dos ministros de Economía que ocuparon esa cartera.

Con una tendencia de libre comercio, la Argentina volvió a crecer como país agroexportador. Además, desde el extranjero llegaron inversiones y se formaron importantes empresas que fomentaron la mediana industria.

Ante esta nueva proyección económica, en pocos años el PBI creció y la inflación anual bajó a un sólo dígito, lo que generó una estabilidad general que también repercutió en la clase trabajadora, que pudo gozar de un salario digno.

Durante ese período de bonanza, nuestra provincia floreció a través de la industria agrícola y vitivinícola, lo que causó un bienestar generalizado después de tantos años de crisis.

En ese contexto, la ciudad fue sorprendida por nuevos emprendimientos inmobiliarios, como es el caso de la construcción del Pasaje San Martín en el corazón de nuestra Capital, que quedó inaugurado el 11 de noviembre de 1926.

Su diseño y construcción, reconocidos a nivel internacional, fueron idea del bodeguero Miguel Escorihuela Gascón, aunque quienes lo llevaron a la práctica fueron los ingenieros Ludovig Froude y Edmundo Romero.

Edificado en base a hormigón – material que entonces no era muy explotado en la arquitectura local– y con los mejores materiales importados en cuanto a calidad y diseño, fue la primera construcción de departamentos y antisísmica de la provincia y la de mayor altura hasta ese momento, con siete pisos que terminan en una imponente cúpula en mansarda.

Otra característica es su amplia galería en planta baja, repleta de comercios, más las oficinas y viviendas de los pisos superiores.

Todo esto da cuenta de la relevante tarea de bodegueros locales que fueron un ejemplo de progreso para la economía mendocina, ya sea desde la labor política o como influyentes empresarios vitivinícolas.